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Hace (28) meses
Poner el hambre en la agenda sexenal – Columna de Jorge Martínez
Corrupción, ¿cuál?
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La vida económica y social de los hidalguenses se ha planeado durante nueve décadas bajo modelos sexenales tan ineficaces que, en la actualidad, la mitad de la población sobrevive con hambre.

Coneval nos revela que el 50.01 por ciento de quienes habitan la entidad, no cuenta con ingresos suficientes para dar las tres comidas a su familia, porque gana menos que el valor de la canasta básica.

Esta lastimosa condición tendrá que ver con los efectos económicos de la pandemia, pero el rezago del 2012 a la fecha, se acrecentó por la ausencia de una planta productiva que brinde empleos y genere riqueza.

A medio año de un nuevo sexenio, ya vivimos una cascada de ideas perdidas de candidatos que hablan de cambiar el futuro de los hidalguenses, aunque ninguna de ellas, hable de cómo enfrentar el hambre, palabra que en lugar de combatirla, la disfrazan con nuevos nombres.

El gobierno estatal brindará 100 millones anuales a esta tarea, –10 por ciento menos que el anterior—que sirven para regalar despensas compradas con sobreprecio y que son entregadas de forma selectiva según sus propios estudios de pobreza.

Daniel Jiménez, el titular de Sedeso, irritado contestó a los diputados que para acabar el problema necesitaría 500 millones. De considerar el combate a la pobreza como prioritario lo pudo hacer, al tener asignado un presupuesto de mil 500 millones de pesos.

Y el hambre no es nueva, siempre ha persistido entre la población de las zonas marginales en Hidalgo, aunque han existido mejores momentos al menos lo muestran los índices de Inegi.

En algún recorrido reporteril, dando cobertura a una organización huasteca en tres días nuestro alimento fueron tamales y café. Al despedirnos, el grupo de periodistas invitados se ofendió por esa inusual anfitronia; el líder campesino al despedirnos nos preguntó, si sentíamos hambre. La respuesta afirmativa fue en coro.

Y nos planteó que para nosotros sólo eran tres días, para ellos era siempre y por generaciones. Cuando se escribe con hambre se entienden las emociones de un pueblo sin esperanza, nos dijo.

El proceso electoral va definiendo quiénes competirán por la gubernatura. En Morena vemos a diez disímbolos políticos seleccionados gracias a sus índices democráticos de popularidad. Las capacidades, honestidad o destreza para solucionar los graves problemas de un pueblo con hambre no fueron mencionados.

Mientras que, en las filas del priismo, la lista se reduce a dos actores. Carolina Viggiano Austria, secretaria general del CEN del PRI, y el alcalde de Mineral de la Reforma, Israel Felix. La primera encabeza una corriente generada entre los damnificados del actual gobierno estatal y el otro amasa el respaldo del actual gobernante.

Los discursos que generan al menos estos doce actores, carecen de un sustento científico para tratar el primer gran problema que tiene Hidalgo y que es la pobreza alimentaria, que difícilmente podrá ser eliminada con dádivas.

Existen nuevas generaciones de científicos sociales que podrán brindar soluciones y no sólo considerar que, a mayor presupuesto, mayores resultados.

Estamos en la antesala de una nueva etapa sexenal, que con o sin alternancia, deberá plantear soluciones al millón y medio de hidalguenses que no tiene para comer, no sólo diatribas o sketches sobre la pobreza.

Nimiedades: El Transabús le cuesta 78 millones de pesos a los hidalguenses, entonces, para qué mantenerlo junto con su burocracia si no cumple con su cometido.

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