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Hace (36) meses
Ya chingamos los viejos
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Tardaron más de un año en poder salir del encierro.

Con 8 décadas a cuestas, don Jorge y su esposa se sintieron aliviados de regresar a la calle. como acostumbraban antes de que la pandemia los confinara en cuatro paredes.

Durante largos meses de aislamiento, la incertidumbre por la pandemia, la posibilidad muy cercana del contagio y las historias de personas que habían perdido a sus familiares a consecuencia del Covid, preocupaban a esta pareja que en solitario imaginaba escenarios catastróficos.

¿Y si me contagio? ¿Y si no se dan cuenta mis hijos de que estamos enfermos?

El hecho de enfrentar en solitario a la enfermedad los llenaba de angustia.

Aún así, disciplinados, atendían las medidas sanitarias impuestas desde inicio de la pandemia, el uso de cubrebocas, el lavado frecuente de manos y sobre todo el quedarse en casa, así que la posibilidad de salir de nuevo a la calle después de estar guardados por mas de un año, era un alivio.

Como lo es el alivio para don Jorge y su esposa que esperaron por varios meses la vacuna, lo que significa para ellos una esperanza de vida.

Mientras esperaba en el auto su turno para llegar hasta donde se encontraban las vacunadoras don Jorge pensaba que ya teniendo la vacuna podría ver a sus nietos y con suerte hasta los acompañaría a la escuela cuando los niños regresaran a clases.

Emocionado imaginaba que con la aplicación de las dos dosis ya podría reanudar las caminatas con su compañera de toda la vida y quizá hasta empezar a planear algún viajecito a su querida Mérida.

En estas últimas semanas las historias de hombres y mujeres, todos mayores de 60 años han tenido una constante, el alivio que representa para ellos que ya esté disponible una vacuna que los librará de padecer los estragos de la enfermedad más contagiosa de que se tenga memoria y quizá librarlos de la muerte.

¿Pero qué hay atrás de una vacuna y como es que se desarrolló tan rápidamente?

Hasta ahora enfermedades como el Sida no han logrado que los científicos obtengan una vacuna para prevenirla y sin embargo desde los primeros indicios de la Covid-19, todos los científicos del mundo unieron esfuerzos y lograron en tiempo récord lo que no pudieron hacer, por ejemplo, para la influenza que tardó varios años para desarrollarse.

Así que esta generación es testigo del mejor ejemplo de solidaridad y que ante una emergencia de tal magnitud los cerebros más prominentes puedan unirse en una causa común.

Y más allá de las condiciones de los países, de quienes tienen más posibilidades de conseguir la vacuna, de las mezquindades de algunos que niegan apoyos para el desarrollo de vacunas propias, lo cierto es que sean propias o importadas, representan un alivio para miles de personas que durante un año han visto muy de cerca la muerte.

Con esta inmunización, los abuelos ya pueden respirar tranquilos o cuando menos eso es lo que esperan ellos y sus familias.

Durante estas semanas de vacunación lo sorprendente es encontrar adultos de 90 años y más, que tranquilos ayudados por un bastón o una caminadora, llegan hasta los centros de vacunación con ánimo y buen humor a recibir su dosis del biológico que les permitirá seguir cumpliendo años.

Don Jorge confía que pronto sus hijos y sus nietos puedan también gozar de la tranquilidad de haber sido vacunados, aunque eso, creo que tardará mucho más.

En fin que al parecer en medio de tantas desgracias, muertes, descalificaciones, montajes y hasta rabietas políticas, como dijera Don Jorge con su estilo simpático de hablar, “viejitos, viejitos pero ya chingamos”.

Espero sus comentarios. Fb: bertha alfaro

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