La aventura de Final Fantasy y Disney nos confundió un poco, pero no nos decepcionó.

¡Finalmente! Casi seis años después de su primer anuncio, en 2013, llegó a las tiendas el último episodio de Kingdom Hearts. Una serie de Square Enix que mezcla los universos de Disney y Final Fantasy para generar una aventura poco convencional que, con el paso de los años, se ha vuelto difícil de seguir, pero no por eso deja de ser divertida.

Desde la llegada de Kingdom Hearts, en 2002, Square Enix ha lanzado al menos 10 títulos de KH para consolas móviles que, si bien no parecen ser tan importantes como los juegos 1, 2 y 3 para PlayStation, sí guardan piezas de la trama que podrían resultar relevantes y que quizás no jugaste por falta de tiempo, del hardware necesario o de interés.

Como consecuencia, al menos en mi caso, al empezar a jugar Kingdom Hearts 3 me sentí como si hubiera entrado al cine a la mitad de una película. Sí, recordaba a Sora, a Kairi y a Riku, a Roxas y a Axel, a Naminé… y ya. El resto de los personajes eran desconocidos o al menos no los recordaba del todo.

A pesar de esto, puedo decir que Kingdom Hearts 3 me gustó mucho.  No necesariamente por la compleja trama de Square Enix, sino porque en el fondo el título es, como sus antecesores, la oportunidad perfecta para experimentar los escenarios y las tramas de Disney desde nuevas perspectivas, y para reencontrarte con personajes memorables.

Al entrar al mundo de Rapunzel o Toy Story, por ejemplo, puedes recorrer el reino de Corona a tu antojo y subirte a los árboles, o explorar una juguetería de tres pisos y participar en peleas de robots. Cada mundo está diseñado a la perfección, con detalles nuevos que no rompen con la atmósfera de las historias de Disney y que, incluso, las enriquecen.

Si eres fan de la empresa de animación y te sabes de memoria las películas, reconocerás cada área inmediatamente y la relacionarás con la trama original. En ocasiones, como en el mundo de Frozen, puede ser algo tedioso volver a escuchar los diálogos de la cinta, pero hay suficientes cambios, ataques poderosos y mini juegos como para mantenerte enganchado.

Las peleas con las keyblades (espadas con forma de llaves) son muy entretenidas, especialmente porque cada mundo desbloquea una nueva llave que puedes mejorar con materiales recolectados en tus aventuras y poseen combos y golpes especiales. Eso sin contar los movimientos inspirados en los juegos de los parques de Disney, como las tacitas.

Sé que los fans de hueso colorado de Final Fantasy (o del mismo Kingdom Hearts) no estarán de acuerdo con lo que voy a decir pero, honestamente, la forma más fácil de disfrutar esta aventura, si te llegas a perder en la trama de Square Enix, es no clavarte en los detalles y concentrarte en los personajes principales y en la narrativa de cada película.

También puedes acceder a pequeños videos que explican puntos importantes de los distintos juegos de Kingdom Hearts, pero no son suficiente como para absorber todos los detalles y nombres de cada héroe o enemigo. Dales una oportunidad, pero si te empiezas a desesperar, respira y sigue jugando.

Vale la pena.

En cuanto al nivel de dificultad, puedes elegir el modo fácil, el normal o uno más difícil. Yo jugué el modo normal y aunque me tomó un par de minutos recordar los controles de juego básicos, como seleccionar a un enemigo con R1 y apretar el cuadrado para saltar hacia él, pude progresar rápidamente.

¿A quién se lo recomendaría? A los fans de Disney y, obviamente, a los fans de Kingdom Hearts que han esperado por años el final de esta historia.

Si nunca has jugado un título de esta franquicia, y quieres darle una oportunidad, la recomendación es adquirir alguna de las versiones que salieron el año pasado con la primera y segunda parte de la historia principal; y si no te gusta Disney, mejor ni lo intentes, hay otros títulos que te harán mucho más feliz.

Jimena Larrea I Agencia Reforma

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