El amor no le sonríe a Irina Shayk
 
Hace (57) meses
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Reza el dicho: “La suerte de la fea, la bonita la desea”, y hoy en día parece resumir la historia amorosa de la modelo rusa Irina Shayk, quien ha hecho pareja con hombres atractivos que le han sido infieles…, con mujeres físicamente menos agraciadas que ella.

Irina, una belleza de 1.78 metros y enormes ojos verdes, ha mantenido pocas pero largas relaciones sentimentales.

Fuera de un breve affaire con el octogenario suizo y expresidente de la FIFA, Joseph Blatter, y un fugaz romance con el actor Dwayne Johnson en 2015, la rusa ha tenido en realidad dos relaciones estables en los últimos 10 años: una durante cinco años con Cristiano Ronaldo, y otra de cuatro con Bradley Cooper.

Con este último procreó a una hija que actualmente tiene dos años y se especula que el actor hollywoodense es el padre del bebé que presuntamente espera la cantante Lady Gaga.

La primera relación pública de Irina fue con el baterista de la banda Linkin Park, Rob Bourdon, según da cuenta el diario británico The Mirror. De 2007 a 2009 fueron pareja, pero no se supo mucho de su romance.

Todo cambió en 2010, cuando la protagonista de innumerables portadas de revistas de moda, incluyendo la edición de trajes de baño de Sports Illustrated, coincidió con el astro de futbol Cristiano Ronaldo en una campaña publicitaria para Armani.

El flechazo fue inmediato entre estas dos atractivas y sensuales personalidades. La rusa y el portugués se hicieron pareja y juntos ilustraron la portada de Vogue España (donde él aparecía desnudo), fotografiados por Mario Testino.

Tanta belleza no podía durar, y pocos meses después, a principios de 2015, la pareja anunció su separación. Él, con un breve comunicado, señalaba: “Entendemos que era lo mejor para ambos dar este paso en este momento. Deseo a Irina la mayor felicidad”. Ella guardaba silencio.

Fue hasta el verano de ese año que Irina confirmaba en una entrevista con la revista ¡Hola! los rumores en torno a infidelidades por parte del futbolista. Cuando se le preguntó sobre cómo sería su pareja perfecta, ella mencionó que aspiraba a encontrar a un hombre fiel y que no guardara secretos.

“Creo que una chica se siente fea cuando tiene al hombre equivocado a su lado. Yo me sentía fea e insegura. Pensé que había encontrado ese hombre ideal, pero no”, reveló entonces a la revista.

Pero una mujer como Irina no permanece sola por mucho tiempo. Poco después, se dejó ver del brazo del actor Bradley Cooper, quien acababa de terminar una relación de años con su novia, la modelo Suki Waterhouse.

Apariciones públicas en el teatro, en la Paris Fashion Week y en alfombras rojas oficializaron su relación, la cual mantenían bastante privada, a pesar de tratarse de dos figuras del espectáculo.

Dos años después, en marzo de 2017, la pareja recibió a su hija, Lea de Seine. Todo parecía perfecto…, hasta que llegó el proyecto de Nace una estrella, filme dirigido y protagonizado por Cooper y Lady Gaga.

En ese momento nadie lo sospechaba, pero se estaba fraguando un caso similar al que vivieron Brad Pitt, Angelina Jolie y Jennifer Aniston en 2005.

La química proyectada dentro y fuera de la pantalla grande hicieron sonar las alarmas en CampIrina.

Cooper y Gaga no hacían más que deshacerse en halagos el uno hacia la otra en las presentaciones del filme, y todo culminó con la ahora infame interpretación de la canción Shallow en la ceremonia del Óscar de este año.

Como se recordará, sobre el escenario protagonizaron un candente número musical, frente a la misma Shayk, quien se encontraba sentada en la primera fila del auditorio, y ante los millones de televidentes que seguían la transmisión.

Ante la conmoción mediática (avivada por el hecho de que Gaga había cancelado su compromiso con Christian Carino), los involucrados rechazaron los rumores de infidelidad. Pero eventualmente se supo que la modelo llegó a un punto en que no sentía que su compañero estuviera realmente comprometido con la relación, y las peleas constantes ya eran insoportables. Así, a principios de junio, la pareja anunció su separación.

Experta en poner al mal tiempo buena cara, ese mismo día se le vio sonriente en el aeropuerto de Los Ángeles, donde mostró claramente a los fotógrafos que no llevaba el grandioso anillo de esmeralda rodeado de diamantes que Cooper le había obsequiado y que rara vez se quitaba.

La modelo siguió con sus compromisos laborales, que en las últimas semanas la han llevado a Islandia e Italia. En tanto, al actor se le ha visto de fiesta, acompañado de amigos y paseando con su hija de dos años.

Y como ambos solían ser muy discretos con su vida privada, es poco probable que los 12.3 millones de seguidores de Irina en Instagram se enteren de su reacción sobre el supuesto embarazo de Gaga o el que Bradley y la cantante vayan a trabajar juntos en el nuevo filme de Guardianes de la galaxia.

Lo que sí pueden encontrar, como premio de consolación, son fotografías de la espectacular anatomía de la modelo en sus diferentes campañas publicitarias, así como su andar por las grandes capitales de la moda, pero no más.

 

Ana Isabel Aguayo I Agencia Reforma

 

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