En los años dorados de la década de 1970, existió en Pachuca un lugar que aún hoy en día evoca recuerdos y experiencias llenas de nostalgia. “El Abanico”, un famoso cabaret, se ganó su lugar en la historia como uno de los sitios más emblemáticos de la época, donde la diversión y el entretenimiento se entrelazaban con la fama y la controversia.
Fundado en 1953, este espacio perduró aproximadamente tres décadas y dejó una huella imborrable en el panorama cultural y nocturno de la capital hidalguense. Su reputación traspasó las fronteras locales, convirtiéndose en una de las zonas de tolerancia más famosas y visitadas de todo México.
El Abanico no solo se destacaba por su esplendor arquitectónico, sino también por la presencia de reconocidos artistas y figuras del espectáculo. Durante su apogeo, el cabaret recibió a talentos de renombre como Sasha Montenegro, Lin May y Tongolele, quienes deslumbraron al público con sus actuaciones cautivadoras y sensuales.
Ubicado en las calles de Valentín Gómez y el callejón de Santiago, El Abanico ocupaba una extensa construcción que se erigía como un epicentro de entretenimiento y desenfreno. El lugar se convirtió en un punto de encuentro para aquellos que buscaban una escapada de la vida cotidiana y anhelaban sumergirse en un ambiente lleno de música, baile y diversión sin restricciones.
Sin embargo, en 1984, el destino de El Abanico se vio sellado por la clausura de la zona de tolerancia en la que se encontraba. Aunque el cierre marcó el fin de una era, el legado de este cabaret icónico perdura en las memorias de quienes tuvieron el privilegio de disfrutar de sus espectáculos y de aquellos que aún hoy en día escuchan los relatos de sus años dorados.
A pesar del paso del tiempo, El Abanico sigue siendo recordado como un símbolo de la época dorada de Pachuca, un lugar en el que convergieron el arte, el entretenimiento y la diversión desenfrenada.
Redacción | Pachuca de Soto