Aprende a cuidar tus plantas suculentas y cáctus
 
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Aprende a cuidar tus plantas suculentas y cáctus en su día Foto: HOLA US

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Las cactáceas son uno de los grupos de las suculentas, plantas que almacenan grandes cantidades de agua para sobrevivir en ambientes secos durante mucho tiempo. Se distinguen por sus hojas, tallos y raíces carnosas.

Ya que las suculentas son muy variadas, conviene conocer su especie para brindarles las condiciones adecuadas para su crecimiento. Los siguientes cuidados son generales, así que aplican para la mayoría de ellas.

Macetas

– Se pueden cultivar en macetas de arcilla o de plástico.

– Las de arcilla permiten respirar a las plantas porque son porosas. Son más frescas y se secan más rápido. Las de plástico son menos ventiladas, conservan el agua por más tiempo, así que requieren más agujeros de drenaje.

– El tamaño de la maceta tiene que ser proporcional al de la planta.

Sustratos

– El sustrato debe ser poroso para garantizar la ventilación y que se seque en uno o dos días entre riegos.

– Si tiene exceso de arcilla permanecerá mucho tiempo húmedo, asfixiará las raíces y la planta morirá por pudrición.

– Se recomienda un sustrato con partículas grandes mezclado con materia orgánica. Algunas opciones son: tezontle, tepecil, arena sílica, peat moss y tierra con hoja de montaña. Se pueden mezclar para obtener una textura porosa, bien drenada y ventilada.

– Mientras más voluminosa sea la planta, más tosco tiene que ser el material granulado.

Aprende a cuidar tus plantas suculentas y cáctus en su día
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Riego

– Como regla general, la maceta tiene que secarse bien antes de volver a regar una planta.

– Hay que evitar colocar platos debajo de las macetas porque el agua corre el riesgo de estancarse.

– Es necesario aplicar agua abundante hasta que salga por los huecos del fondo del contenedor.

– Lo ideal es usar agua de lluvia o de pozo. También se puede usar agua de consumo humano. No se recomienda agua de la llave porque contiene sales minerales y productos de desinfección que no toleran las plantas.

– Las plantas de regiones no mediterráneas tienen un crecimiento normal. Se riegan con frecuencia y de manera abundante. Suele ser cada dos días. A partir de septiembre, se reduce el riego y se detiene por completo entre octubre y marzo.

– Aquellas que provienen de climas mediterráneos crecen de noviembre a marzo en el hemisferio norte. En esta etapa, deben regarse. Durante el verano descansan, así que el riego se reduce al mínimo. Puede ser una vez cada 15 días.

Fertilización

– Aunque las suculentas están acostumbradas a condiciones ambientales difíciles, sí requieren abono, pero no en exceso porque son de lento crecimiento.

– Los principales nutrientes que necesitan son nitrógeno (N), que favorece el crecimiento y da el color verde; ácido fosfórico (P) para la floración; y potasio (K), que hace más duras y resistentes a las plantas.

– Una planta sólo absorbe los minerales solubles en agua, así que la materia orgánica sin descomponer no ayuda a los vegetales.

– Si se aplica un abono orgánico, basta una pequeña cantidad porque las suculentas están habituadas a suelos pobres en materia orgánica. Por ejemplo, una pizca de harina de huesos.

– En caso de abonos químicos o fertilizantes, hay que diluirlos a un tercio o un cuarto de la dosis recomendada por el fabricante. Esa baja cantidad se puede aplicar una vez cada dos riegos.

Aprende a cuidar tus plantas suculentas y cáctus en su día
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Ambiente

– Uno de los mayores retos al cuidar una suculenta es su ambiente porque son tan variadas que sus necesidades son muy distintas. Por lo tanto, se recomienda conocer las necesidades de cada planta.

– La mayoría de las cactáceas toleran temperaturas de 5 a 10 grados centígrados en invierno, pero no es el caso de las euforbiáceas, aizoáceas, las del género Stapelia y casi todas las especies desérticas de África porque están acostumbradas a mayor calidez.

– En cuanto a la luz, las suculentas de gran tamaño como cactus y aloes crecen a plena exposición al Sol. Incluso en invierno deben tener luz o se marchitan.

– Aquellas que detienen su desarrollo durante el invierno pueden pasar esta temporada en semioscuridad, como los agaves.

– Durante la temporada de lluvias, deben estar resguardadas bajo techo con acceso a luz solar porque el exceso de agua provoca que se pudran.

Parásitos

– Si bien las suculentas son resistentes a los parásitos, no están exentas por completo de contraerlos. Si tienen desequilibrios alimenticios o están en un mal ambiente son más susceptibles.

– Los pulgones son raros en este tipo de plantas. El marchitamiento y una atmósfera inadecuada originan la invasión, pero se elimina fácilmente con insecticidas.

– Las cochinillas son típicas en las cactáceas. Se desarrollan extremadamente rápido, por lo que se deben atender de inmediato. Se eliminan con insecticidas, pero hay que evitar que se desarrolle moho sobre su cadáver porque pueden pudrir las plantas.

– Los ácaros son arañas minúsculas de color rojo o amarillo. Su desarrollo es en tiempos secos y cálidos. Los insecticidas convencionales no funcionan sobre ellos, por lo que se eliminan con productos sistémicos, que son absorbidos por la planta para convertir su savia en toxina para insectos.

Enfermedades

– Existen dos tipos de enfermedades: las de origen vegetal (causadas por hongos, bacterias o virus) y las fisiológicas, que ocurren cuando una planta experimenta un desequilibrio alimenticio o luminoso.

– Una de las principales causas de muerte son las enfermedades criptogámicas, ocasionadas por hongos microscópicos. Sus síntomas son las manchas negras sobre las hojas, manchas blancas o grises en tallos u hojas y podredumbre. Se previenen con un poco de grava en la superficie de la maceta. También se puede usar carbón vegetal pulverizado para evitar el desarrollo de esporas de hongos.

– Las enfermedades por bacterias y virus son muy raras, ocasionan una rápida muerte por la degeneración de los tejidos y cuando aparecen no hay forma de combatirlas.

– En cuanto a enfermedades fisiológicas, se caracterizan por una decoloración del follaje o un crecimiento anormal. Las causas más frecuentes son el exceso o la falta de agua, el exceso de sol o de sombra y la carencia de minerales.

– Un organismo enfermo puede ser atendido en un hospital de plantas.

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