Princesa, pero no de cuento
 
Hace (81) meses
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Aunque es Princesa, y próximamente Reina de Suecia, su vida no ha sido de cuento de hadas: ha padecido trastornos alimenticios, presión por lucir perfecta, rechazo de su familia a su matrimonio con un plebeyo y hasta la preferencia abierta de su padre para que su hermano, y no ella, le suceda en el trono.
Victoria de Suecia llega a sus 40 años como el miembro de la monarquía más querido en su país; sin embargo, sus responsabilidades como futura monarca, esposa y madre de dos hijos, y el estar siempre bajo el duro escrutinio de la prensa y el público, incluso en una nación tan liberal como el suya, le han costado caro.
Desde el día de su nacimiento, la Princesa Victoria estuvo en el ojo de huracán.
Aquel 14 de julio de 1977, los doctores le dijeron a la Reina Silvia, su madre, que ya no podría tener más hijos, por lo que el Rey Carlos XVI Gustavo apoyó el cambio del Acta de Sucesión de su país, para que la corona pasara a su primogénita, sin importar el sexo.
Tres años pasaron para que se aceptara la nueva ley, pero meses antes de su implementación, en mayo de 1979, nacería el segundo bebé de la pareja real, Carlos Felipe, quien fue considerado Príncipe Heredero.
El 1 de enero de 1980 entró en vigor la nueva ley, con carácter retroactivo, lo que degradó a Carlos Felipe (hecho que su padre aún lamenta) y Victoria se convirtió en la heredera de la corona.
Los dolores de cabeza de la futura Reina comenzaron desde sus años en la escuela, ya que sufre de dislexia, lo que la obligaba a esforzarse más, y de “ceguera facial”, trastorno que le impide recordar los rostros conocidos, incluyendo amigos y familiares.
Una vez entrada en la adolescencia, las revistas del corazón hacían notar la figura regordeta de la Princesa, presión que la llevó a la anorexia.
“No siempre es provocada por problemas externos. También puede venir de dentro de ti, y le puede suceder a cualquiera”, expresó Victoria sobre su padecimiento en una entrevista realizada la semana pasada por la TV sueca con motivo de su cumpleaños. “Toma tiempo recuperarte y te lastima muchísimo”.
Recibió tratamiento en Estados Unidos y una de
las recomendaciones médicas luego de su recuperación fue que hiciera ejercicio, lo que la llevó a conocer a su futuro marido.
El Rey estaba horrorizado al saber que su hija
deseaba casarse no sólo con un plebeyo, sino con su
ex entrenador de gimnasio, un joven desaliñado de cabello largo.
Pero Victoria no cedió, y entonces se contrató a un equipo de cortesanos para que educaran al ordinario ciudadano en todo lo concerniente a la etiqueta real. No pasó mucho tiempo para que Daniel se convirtiera en un refinado personaje público, hablara varios idiomas y se hiciera experto en la historia del país.
Su boda, la más grandiosa desde la de Carlos y Diana de Inglaterra, celebrada en 2010 en la Catedral de Estocolmo, costó 2.5 millones de dólares. Acudieron mil 200 miembros de la realeza y dignatarios internacionales, y fue vista por al menos 500 millones de personas por TV alrededor del mundo.
La pareja tiene dos hijos: Estela (5 años), segunda en la línea de sucesión al trono, y Óscar (1 año). Daniel desea que sus pequeños crezcan de la manera más normal posible, mientras que Victoria le enseña a su hija a convertirse en Princesa.
Él incluso llevó a Estela a viajar en Metro en la hora pico, cosa que alteró a Victoria, a pesar de que iban acompañados por su equipo de seguridad. Daniel ha externado que le gustaría que sus hijos sepan lo que es esperar en línea y lo que es apoyar a un equipo de futbol en el estadio.
Y aunque Victoria es adorada por sus súbditos, en su familia no se siente tan acogida, ya que siempre fue opacada por la galanura de su hermano, y la belleza rubia y de ojos azules de su hermana menor, Magdalena.
Incluso su padre la ha hecho sentir menos en varias ocasiones. Desde 1980 se opuso al cambio en la reglas de sucesión diciendo que prefería que su hijo fuera su sucesor: “Estoy seguro de que la mayoría de los suecos preferirían a un Rey en el trono”.
Cuando en 2003 se le preguntó si todía pensaba que el cambio en las reglas había sido erróneo, él contestó con un categórico “¡Absolutamente!”.
El año pasado, precisamente en el cumpleaños 39 de Victoria, la Princesa le pidió a su padre que cargara a su bebé, Óscar, mientras ella tomaba el micrófono para hablar ante los presentes, pero el Rey se negó, lo que muchos tomaron como una muestra más de que Carlos Gustavo no está feliz con su hija y la familia que ha formado.
Eclipsada por las constantes presiones de lucir perfecta, Victoria confesó en la entrevista que aunque ya dejó la anorexia atrás, la ansiedad por no cumplir lo que se espera de ella la sigue atacando.
“Me gustaría ser la que ve el vaso siempre medio lleno, pero cuando me estreso, tengo pensamientos negativos.
“En cambio, mi marido es el que siempre ve el vaso medio lleno, él es un buen recordatorio de que se puede pensar de otra forma”, señaló la perfeccionista Victoria, con una triste sonrisa en el documental que se transmitirá con motivo de sus cuatro décadas.

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