Un crimen en el callejón de Las Ratas
 
Hace (61) meses
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Los expedientes judiciales, son fuente inagotable de historias que contar y de datos donde abrevar sobre la vida cotidiana del ayer. Dramas y comedias pueden construirse a partir de la declaración de testigos o la confesión de los implicados en la comisión de delitos, sin contar con la gran la riqueza informativa que puede obtenerse sobre cada época.

Uno de estos expedientes tramitado en el último tercio del siglo 19, es el sustento de la siguiente historia, que con nombres y lugares cambiados se cuenta aquí de manera sucinta. Gelasio (N), administrador de una de las muchas haciendas pulqueras que había por el rumbo de Zempoala, sostenía un tórrido romance con Verónica (N), una joven que entonces laboraba como secretaria del Superintendente de la Compañía Mexicana de Minas, que explotaba gran parte de los fundos de Pachuca, Real del Monte, Mineral del Chico y Cerezo.

Era Gelasio un hombretón de un metro y ochenta centímetros de estatura, de  cara redonda y mofletuda, ojos marrones y fino bigote recortado, había contraído años atrás, matrimonio con Conchita (N), una mujer de gran personalidad, aunque de diminuta estatura, con quien vivía en la hacienda de la que era capataz, en compañía de los tres hijos procreados en su matrimonio. Pero he aquí que Gelasio, los lunes de cada semana, acudía a Pachuca a efecto de vender a la compañía de minas, carnes y pieles que como producto secundario se generaban en la hacienda, circunstancia que aprovechaba para verse con Verónica.

La promesa de separarse de Conchita, mantenía a la joven con la esperanza de hacer con Gelasio un halagüeña vida matrimonial a futuro, por lo cual le vio siempre con simpatía, pero es el caso que al mismo tiempo Verónica se veía acosada por míster Kenet un sajón de edad madura, que fungía como superintendente de la gran empresa minera, quien aunque casado, vivía en Pachuca enteramente solo, pues su esposa radicaba en Cornwall Inglaterra, Kenet le había propuesto Verónica, mantener relaciones en tanto se separaba de su esposa en la Rubia Albión. Atribulada por la situación Verónica no atinaba a dar respuesta a sus pretendientes, que semana a semana la hostigaban con nuevas propuestas.

La Mañana del lunes 13 marzo de 1888, la ciudad de Pachuca, se despertó con la terrible noticia de que Verónica,  había sido encontrada muerta en el callejón de “las Ratas” calleja tendida de la calle de Ocampo a la barranca de Patoni, por el rumbo del barrio de “La Cruz de Ciegos” al oriente de la ciudad. Su cuerpo recibió más de cincuenta puñaladas como lo apuntó el  legista en el certificado de necropsia. La víctima desangrada murió minutos después de la una de la mañana, muy cerca de la entrada de su casa a la que llegaba tras asistir al velorio del padre de una de sus  amigas, a unos metros del lugar donde fue asesinada.

Fue Pedro Andrade, dueño de la vivienda ubicada en el número 18 del callejón de “Las Ratas” quien halló el cuerpo de Verónica minutos antes de las seis de la mañana, cuando salía para dirigirse a su trabajo. Horror y estupor causó entre los habitantes de Pachuca aquel homicidio cometido con gran saña, el que dio oportunidad a los voceadores de periódicos para cantar la noticia contenida en una edición especial aparecida al día siguiente, ¡extraaa!,¡extraaa! entérese del crimen cometido en el Callejón de Las Ratas!. ¡Mujer cocida a puñaladas, se presume un crimen pasional!, ¡extra!, ¡extra!, lleve la extra!,  tales fueron  seguramente las arengas que se vocearon por toda la ciudad, en la que se vendieron cientos de  aquellos ejemplares.

El juez pesquisidor (no había entonces Ministerio Público) don Juan Isaac de La Sancha, inició las averiguaciones, en las que, los primeros implicados fueron Gelasio, míster Kenet y hasta Pedro Andrade, cuya situación se complicó al huir de Pachuca al enterarse de que iba a ser encarcelado. Pero he aquí el gran error, al ser aprendidos y recluidos mientras se hacían las averiguaciones, Gelasio y Kenet, después de identificarse en el interior del penal, ciegos de celos uno del otro, se enfrascaron en una espantosa riña, que arrojó como consecuencia la muerte de Gelasio a manos de Kenet, quien por ello sería  acusado de dos homicidios.

Pero cuando el juez se preparaba para pronunciar la sentencia para condenar a Kenet, se presentó ante la autoridad Conchita (N) la esposa de Gelasio, quien llena de remordimientos, confesó haber sido la homicida de Verónica, a la que calificó de “destruye hogares” por haber embaucado a Gelasio su marido.

Terrible situación, pues Verónica ausente de lo que causaba al seno del hogar de Gelasio, fue víctima de los celos de Conchita, quien creyó que matándola defendería su hogar, lo mismo Gelasio, que sin ser el autor del homicidio, pereció a manos de Kenet,  quien a su vez sin ser  tampoco el homicida de Verónica, fue condenado a 40 años de prisión por haber dado muerte a Gelasio en el penal. Dos muertos y dos sentenciados a cárcel fue el resultado de aquellos acontecimientos, que la prensa y los pachuqueños bautizaron con el nombre “del crimen del callejón de Las Ratas”

La fotografía que ilustra esta nota corresponde a la calle de Ocampo en 1919, arteria ´por donde se llegaba al “Callejón de las Ratas” lugar de los hechos aquí narrados.

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