Una fiesta familiar en Pachuca motivó la llegada, el pasado fin de semana, de parientes y amigos provenientes de Guadalajara. Fueron tres días tranquilos, de alegría y buenos recuerdos, pero insuficientes para llevar a las visitas a conocer tantas y tantas atracciones que ofrece la capital hidalguense y sus alrededores.
Hay que reconocer que la oferta para los visitantes fue amplia, y que se fueron contentos y con ganas de regresar, lo que me hace pensar que en materia de turismo Hidalgo se encuentra en el camino correcto.
Los números oficiales no me dejan mentir. De acuerdo con cifras de Datatur, un sitio web de la federal Secretaría de Turismo, a Hidalgo llegan cada año más visitantes. En 2009 fueron poco más de 810 mil personas, cantidad que creció año con año hasta llegar a 2014, cuando se registró que más de 2 millones 608 mil turistas visitaron la entidad.
Soy uno de los convencidos de que el turismo es una industria que ayudará a impulsar el crecimiento de México, sobre todo cuando la industria petrolera está a la baja. Hidalgo, con todos sus atractivos, no puede quedarse atrás.
Los esfuerzos locales por recibir al turista son buenos, aunque podrían ser mejores. Los sitios que visitamos el fin de semana son interesantes, y muchos de ellos, sobre todo los monumentos históricos, ofrecen información básica para explicar su importancia. A mi juicio, sin embargo, hace falta un poco más. Más quioscos informativos, más y mejores mapas y guías impresas; más presencia de personal de turismo (ya sea estatal o municipal) para orientar a los paseantes.
Insisto en que estamos en el camino correcto. Hay que seguir avanzando.