Las lamentables condiciones en que se halla actualmente el Reloj Monumental “son peores que en 1987”, y aunque mejoradas sustancialmente con la restauración integral realizada en 2008, parece increíble que en menos de ocho años comprobemos la realidad de lo anteriormente subrayado.
Decimos que las actuales circunstancias son peores que en 1987 si leemos detenidamente la elegía El Relox—con x–, antes y después, escrita por el profesor Rafael Cravioto Muñoz, en ese año, y que acusa la negligencia y las omisiones de los funcionarios en turno.
Para muestra, un botón, refiriéndose al Reloj:
“Y la ciudad que le otorgó prosapia
hoy lo ve
cual vitrina de museo
y le consagra un féretro
en donde duerman todas las virtudes
de su pasado muerto;
pues la voz que lo nutre
es el escarnio
del mísero aliento
¡y mejor no escucharlo!
Así pues, metida en un cajón que esconde las huellas de la incuria desde hace un año, la torre monumental continúa deteriorándose por dentro y por fuera, como lo señaló atinadamente el profesor Bonfilio Salazar en la conferencia “El Reloj Monumental, entre su restauración y el abandono”, celebrada en diciembre pasado, enriquecida con elocuentes fotografías que revelan la indolencia de las autoridades municipales que, por ley, deben cumplir con el cuidado y mantenimiento de nuestro monumento.
Los boletines oficiales del alcalde de Pachuca dicen que a finales del mes de marzo—muy próximo ya– estará lista la segunda etapa de la remodelación de la plaza y del centro cultural.
Muy bien, por las declaraciones de esa autoridad, pero, preguntamos: ¿cuándo será restaurado el Reloj, por dentro y por fuera?
Se requieren manos expertas, técnicos de primera como la arquitecta María Luisa Malo Carús, quien realizó la restauración de 2008 con la dirección del doctor en arquitectura Juan Benito Artigas, trabajos autorizados por el entonces presidente municipal Omar Fayad, a quien se le atribuye esa obra, reinaugurada el l5 de septiembre del año mencionado.
Omar Fayad, virtual candidato del PRI a la gubernatura del estado, tiene la oportunidad, después de que rinda protesta e inicie su campaña proselitista de involucrarse en la actual remodelación que llevan a cabo albañiles de “media cuchara” con título de arquitectos.
Reproducimos tres poemas al Reloj:
Reloj de Pachuca
Jesús Ángeles Contreras
Para conmemorar la Independencia
fuiste erigido y ambivalente dosis:
la plata para el gringo y silicosis
al paria que sostuvo la insurgencia.
Septuagenario símbolo a la “ciencia”
del porfirista explotador, e hipnosis
del demagogo en cruel metamorfosis
de revolucionaria prepotencia.
Anunciaste, Reloj, con donosura
el final de sangrienta dictadura
que miseria y oprobio dio en herencia.
Hoy, otra vez, rapaz oligarquía
escuchará, Reloj, en tu hidalguía,
el tiempo de metálica advertencia.
El Reloj
Benito García Torres
Sonajero constante, estoy oyendo
tu consejo de bronce salpicado;
y a tu estructura hogar, encadenado;
voy mis goces y angustias conociendo.
No me importa que sigas persiguiendo
mi paso gris de asceta enamorado,
que se quedó a tus plantas arraigado
por la voz que me sigues repitiendo…
Tu son casero me será destino
sin dolor, sin distancia y sin herida
que malogre tu bronce en mi camino;
que si me diste a campanadas vida;
oiré que suenas, largo y argentino
el repique final de mi partida.
El Relox, antes y después
Rafael Cravioto Muñoz
Su sonido, lamento cotidiano
se escudaba en el viento
y forjaba caricias de crepúsculo.
Cuántas veces la tarde entumecida
le oyó goteando gotas de silencio
en un atardecer hecho de nubes
como un cristal de tedios
a través del cual vimos es fumarse
una angustia de tiempo.
¡Ay! sí en veces las notas se quedaban
—inmensos calderones–
suspensas en el cielo
donde formaban pentagrama acústico
los cables del feérico.
Fue nuestra juventud
quien forjó su misterio
y le dio palomares nigrománticos:
¡Búho de cuatro cabezas!
¡Hamlet erguido!,
cardenal heroico o noble camarlengo.
Y la ciudad que le otorgó prosapia
hoy lo ve
cual vitrina de museo
y le consagra un féretro
en donde duerman todas las virtudes
de su pasado muerto;
pues la voz que lo nutre
es el escarnio
del mísero aliento
¡y mejor no escucharlo!
Sus notas son absurdo laberinto
sin orden ni concierto
y parece un anciano desdentado
en cuya boca sopla triste aliento.
¡No, yo no quiero oírlo
decadente, afónico, sin tiempo,
con grandes manecillas disidentes
enemigas
del preciso momento!
Ya no hay Relox, ni cúpulas, ni estrellas
sólo un sepulcro cuyo tiempo ha muerto.