Esta muchacha ve el mundo desde su balcón.
Lo ve todo, pero no mira nada. Tiene abiertos los ojos del cuerpo, pero cerrados los del alma. Ante su vista pasan las nubes y la vida, y ella no las ve.
Ahora pasa un hombre por la calle. Ella lo mira, y al mirarlo mira también las nubes y la vida. Lo mira pasar igual que la vida y que las nubes, y dice luego para sí:
-Es un hombre como todos. Es todos los hombres.
Tiene razón.
El hombre vuelve la mirada y la ve en el balcón, hermosa igual que la música. Su vista lo deslumbra como si hubiera vista el Sol. Exclama arrobado:
-¡Es una mujer como no hay otra! ¡Es única!
También tiene razón.
¡Hasta mañana!…