Las políticas y desplantes del presidente Donald Trump ya registraron sus primeras víctimas: los comercios de ambos lados de la frontera México-Estados Unidos.
De acuerdo con diferentes reportes periodísticos, en el recién terminado puente del 5 de febrero fue notoria la ausencia de compradores mexicanos en los centros comerciales de Brownsville y McCallen.
Explicaciones sobre la poca afluencia de compradores en Texas hay tres: el alto costo del dólar, temor a las políticas migratorias de Donald Trump y una represalia de los consumidores mexicanos contra los ataques del presidente estadunidense contra nuestro país, aunque tal vez todo sea una combinación de los tres factores.
Lo cierto es que todo parece indicar que lo que alguna vez un analista llamó Mexamérica (esa franja fronteriza que ha creado su propia cultura), es la que más rápido resintió el desencuentro entre los gobiernos de México y Estados Unidos.
Pero como en toda guerra, hay bajas en ambos bandos: los mismos reportes señalan que también del lado mexicano ha disminuido la presencia de compradores y consumidores gringos. Y no es para menos; seguramente del lado estadunidense no tienen ganas de aparecerse ante lo que pudiera ser un mexicano hostil o, en el mejor de los casos, con cara larga.
Todas las guerras comienzan con un simple intercambio de disparos. Mientras muchos estábamos atentos a lo que pudiera ocurrir con las grandes armadoras de autos, o en el frente diplomático, las primeras víctimas, insisto, cayeron en los comercios fronterizos. ¿Se podrá desactivar el conflicto antes de que haya más víctimas?