La masacre en un bar de Orlando, Florida, ha abierto en México, una vez más, un debate soterrado, casi vergonzoso, sobre el tema de la homosexualidad.
El tema sale a luz porque el asesino de Florida eligió un bar gay para cometer un crimen atroz. Apenas se supo del hecho, y ya en las redes sociales de nuestro país había personas que manifestaban su alegría por el atentado, o lo intentaban justificar, mientras que otros se condolían por la tragedia.
Lo que refleja el tono de los comentarios en las redes sociales es que en México tenemos un serio problema de actitud respecto a la comunidad homosexual, y que gran parte de la población considera que formar parte de la comunidad LGBTTI debe seguir siendo algo de clóset, es decir, que no debe tocarse a la luz pública.
Estamos en pleno debate sobre la despenalización de las drogas, y sobre las iniciativas de ley anticorrupción, y no hemos dedicado tiempo a entender nuestra manera de aceptar nuestra sexualidad como sociedad. No en balde la iniciativa de ley sobre matrimonio igualitario que anunció el presidente Enrique Peña Nieto pasó prácticamente desapercibido entre la sociedad mexicana.
Todos sabemos que el tema de la diversidad sexual es importante, pero poco queremos hablar de ello. Y lo peor de todo es que disfrazamos ese desinterés en forma de chistes y comentarios desafortunados que luego matizamos cuando alguien nos confronta.
Sería un gran avance para México que un día decidamos hablar de frente sobre el tema, y sobre todo que lo hagamos, todos, con muchos respeto. Tendríamos que lograr reglas básicas de convivencia (sin simulaciones), y respaldarlas con leyes aceptadas por todos. No es fácil, pero un día tendríamos que comenzar. ¿Es ahora el tiempo de hacerlo?