FREDÉRIC CHOPIN
 
Hace (47) meses
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Para mis alumnos de tercer semestre de la Siqueiros.

 

1: Transcribo el capítulo VI de “La Princesa de las Pronas de Fuego y la Peste de Amante”  La poesía jamás habló de vos, será que cada palabra se encontraba distraída cuando vos se te ocurría salir a caminar, aquellos versos que leíamos nunca hablaron de lo nuestro, las cartas de Caradura eran tantas y nunca hablaban de lo nuestro. La prensa local y amarillista no tuvo interés en publicar nuestras pasiones, por la radio se escuchaba a Agustín Lara, pero las canciones nunca eran para nosotros, Picasso por su parte había llevado al cubismo a las cimas; pero en su obra nunca miré tu cabello y mucho menos tus piernas. Escuchábamos por la noche música de cámara, Beethoven nos hipnotizaba, nos ponía al rojo vivo, a pesar que en su música nunca hubo indicios de nosotros. El mundo nos fue orillando a los libros, –cada vez más–. Los amigos, todos ellos, se olvidaron de nosotros cuando los cinemas de la ciudad se hacían presentes, y Caradura escribía y escribía; pero nunca de nosotros. De pronto salieron héroes de todas partes, artistas reales, que nunca conocieron lo que hacíamos, –el “hamor” y tantas otras cosas–. En Argentina el Peronismo ensordecedor de todos los días, el hambre de las tardes, y nuestras noches tan propias, que ni siquiera las estrellas eran capaces de observar los movimientos que hacíamos, y las cartas de Caradura que nunca hacían preguntas sobre nosotros, ya ves el enfado de tu madre al venirte conmigo, nunca más quiso saber de ti, y mucho menos del ser que le arranco la virginidad a su hija y que además no creía en santitos y dioses injustos y obsoletos. Ni siquiera tu hermana que tan buena gente era, quiso volvernos a ver después que nos sorprendió leyendo un libro de Bukowski en el sofá de la tele, (todavía me pregunto si nos dejo de hablar por leer a Bukowski o porque descubrió mi mano reposando en tu seno materno de oro blanco), hasta la perra dejó de ladrar y de mover la cola cuando cruzábamos por la puerta principal del estadio donde jugaba Boca, incluso cuando ganaba, nunca dedico sus triunfos a nosotros, fuimos excluidos al olvido, fuimos enterrados sobre los parpados del mundo, donde los ojos no miran, no hablan.

La fotografía de Modotti jamás volvió a respirar en dos colores, las plantas de la plaza central yacían sin vida, ni el limonero que fue nuestro cómplice –cuando por las tardes te acariciaba una nalga a la paz de su sombra–, se acordó de nosotros; como siempre amor, éramos dos y estábamos tan solos…

2: Escucho The Rouge Dancer and the Cyclical Night, del maestro Piazzolla, es de lo poco escuchable en este tiempo, de lo poco agradable para los oídos, uno se siente un ser pasivo y relajado al escucharlo, en especial Bailongo, es una pieza melodiosamente rica, con un ritmo extravagante pero educado, escuchando a Piazzolla podrás escribir, la melodía transita por tus manos, sigues al ritmo, cada palabra entona perfectamente en la otra, es digerible y sensible, está hecha para llorar, para dejar salir el alma por los lagrimales y mudarte a otro mundo, a otra vía, piénsalo, escúchalo, échatelo al hombro y carga con él, suéltale algunas de tus decepciones y haz que te ayude a resistirlas; pero después suéltalo y ahógate en un vaso con ginebra, córtate las venas, tírate de un puente, encara tus problemas y deja a la música seguir viviendo, ponle más rocas, bébelo de un sólo trago, ponte ebrio y convídame…

3: Tuve un gran día, pero no se los voy a contar, pudo haber sido peor, pero de alguna forma no estuvo tan mal; estoy alegre, eyacularé toda la noche…

4: Estoy solo, sin nadie que me interrumpa, el perro se encuentra copulando lejos de la cabaña, Ana, mi ayudante está lejos de la ciudad, y yo con el reto del papel en blanco, me siento excitado con ganas de agotar la tinta y sentir por cinco minutos, que lo que hago esta bien, que al cuento del Pitirijas no le hace falta nada; que la poesía está a salvo, si está contigo, si nadie la mira; que el ensayo que terminé de escribir no le hace falta ni una puta coma; que la novela va viento en popa y a los personajes no les sobra nada. Estar solo es como sentir una bocanada de aire helado alrededor del cuerpo, es como escuchar un ruido y saber, que no fue un ser el que lo hizo, que quizá en tu imaginación te has inventado esa serie de situaciones extrañas, es increíble hasta donde puedo llegar en esas tardes vacías, desoladas, taciturnas. Acerqué la grabadora con cuatro pilas regordetas y puse música de Fredéric Chopin, concierto no. 1 Op. 11, interpretado por el maestro Arthur Rubistein, ahora estoy más solo todavía, la melodía en vez de hacerme sentir acogido, me hizo dar tres piruetas en el aire y salir volando, ahora me siento muerto, me siento solo sin estarlo, y los amigos llegan y me tienden dos manos y apagan al autor intelectual, y lo destruyen porque no desean verme de ese modo; es por eso que Chopin, no es muy bien visto por mis amigos; pero ellos no saben en realidad que entre el maestro y yo tenemos un pacto, él me lleva a viajar con su música , me cuida el viaje, yo le leo poemas tórridos y vulgares. Fredéric Chopin es sin duda uno de los grandes, su música expulsa en vez de introducir, su música revienta en vez de armar, su música transita en vez de quedarse, su música es, y solamente depende de ella misma para seguir viviendo.

5: Escriban sus comentarios, críticas y más críticas y nada de elogios a: [email protected]  twitter: @Vidal_Evans

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