A medida que pasan los días y se extiende el tiempo de confinamiento, la realidad empieza cambiar, a mirarse desde otra perspectiva las actividades económicas, de turismo. El comercio empieza a tomar otro rostro, otra forma de mirarse y mirar a sus usuarios. Sin embargo, la educación mejor anuncia que hasta el 10 de agosto regresa a clase. El anuncio en sí mismo no representa nada. Solo eso, nos vemos en agosto.

Además de ello, si el semáforo esta en verde. Esa parte de la educación que se llama anquilosamiento, deseo de cambiar todo para que todo siga igual. Seguir alentando el hecho de que nuestros docentes dicen los que piensan saber, son analfabetas digitales. Y, además, lo enarbolan como si descubrieran el hilo negro.

No se han dado cuenta que los maestros no hacen el sistema educativo nacional, son producto del sistema educativo nacional, de tal manera que si hay un docente analfabeto digital es porque el sistema al que pertenece crea analfabetismo digital desde su burocracia. Habrá, entonces que hacer que esa burocracia encabezada por un secretario, deje de tener un sistema educativo mexicano, analfabeta digital.

Porque no son solo los docentes quienes son analfabetas digitales, el saber manipular un teléfono inteligente, tener perfiles en redes sociales y algunas otras cosas no te hace digitalmente competente, esa parte también deberá discutirse con la Secretaría de Educación Pública. Si es que la SEP aún está en condiciones de analizar, discutir y promover un mejor entorno virtual a la educación mexicana.

De entrada, el Secretario de Educación Pública se confunde al hablar y piensa qué en la Educación Media Superior y Superior, por el hecho de no ser un solo maestro, la realidad es diferente. Ese es uno de los puntos más débiles de la educación mexicana, la forma en que se le conceptualiza y se le pondera. La visión con la que se aborda, esa generalidad con la que se asume que todo espacio educativo es igual. La brutal estandarización a que se someten los procesos de aprendizaje enseñanza.

Se cierra el ciclo, hay una valoración del mismo y se abre el ciclo en el mes de agosto. Así, simple y sencillo, sin mediar una oportunidad para la reflexión y el análisis, para el rencauzamiento del rumbo de la educación en el país. Eso, es tener políticas públicas inamovibles e incapaces de enfrentar la realidad de manera crítica y creativa. Algunos se apresurarán a decir que en la valoración del curso está el proceso, pero no, esa valoración es parte del trabajo administrativo que el docente realiza de manera constante al final del curso.

Pero hay algo que me llama la atención, que el secretario de educación pública dice “Como ha tenido tanta demanda aprende en casa, hemos decidido crear el canal de televisión de la SEP. En donde vamos a tener contenidos educativos que complementen, para todos los niños y niñas, que quieran ver algún tema adicional”. Es increíble, Aprende en casa, tuvo mucha demanda. No es que los niños y niñas tuvieran la obligación de estar frente al televisor para la clase. Es que la demanda creció.

Porque no es capaz de entender esa parte, si solo pudiera entenderla, analizarla se daría cuanta que hay una oportunidad magnífica para cambiar el rumbo de la educación, pero solo hay una ocurrencia en su cabeza, la demanda crece. Y los que dicen que saben argumentan analfabetismo digital docente y culpan al docente de su estado competencial.

La tecnología llegó a la educación para quedarse. Hoy ocupa un lugar preponderante en la práctica educativa, sin embargo, en el ámbito de la teorización y la metodología, esa presencia aún no es suficientemente reflexionada, entendida y orientada hacia nuevas políticas educativas en bien del país.

Conforme avanza el proceso de des confinamiento, tenemos que darnos cuenta que nos encontramos frente a una realidad nueva, diferenciada claramente de nuestras costumbres y hábitos. Entender el lenguaje de este tiempo, nos dará la capacidad de anticipar riesgos y de asumir los cambios y las transformaciones de manera puntual y precisa.

En educación, eso se vuelve fundamental. Este es un tiempo de crisis paradigmática en los procesos educativos. La realidad cuestiona la pertinencia de los saberes docentes, pero los cuestiona, desde el instrumentalismo burocrático que sostiene el mismo sistema educativo nacional.

Pareciera que nos quedamos a la mitad de la realidad, que los discursos de los políticos de hoy, es igual al de ayer, “sin sujetos, sin historia, sin presencia y, por consiguiente, sin compromiso” como afirma Alfredo Ghiso, en su artículo, “Para enfrentar la indiferencia”.

Se llama indiferencia, la forma en que se enfrenta la política educativa en medio de la crisis, crisis de salud, pero también crisis económica, pero también baja formación competencial de los docentes, pero igual, bajo perfil de la Secretaría de Educación Pública.

El sistema educativo mexicano, necesita reconocerse como sistema, saberse sistema y actuar como tal, como constructor de políticas públicas y como generador de los procesos docentes, esos mismos procesos de los que adolece. Dejar de culpar al docente y asumir con frialdad sus incapacidades. Mucho más allá de las simples afirmaciones del presidente en turno, a quien le sorprende encontrar un organismo que asegura no conocía.

La complejidad del momento actual ha dejado boquiabierto a más de uno en la administración pública, les ha mostrado sus incapacidades, sus miedos, su impotencia frente a un área que no logran comprender, ni asimilar. En el caso de la SEP, está se ha quedado congelada, anonadada, atónita.

Se ha dado cuenta que no es la esperanza de México, pero también ha comprendido que la esperanza no transforma el mundo. Me viene a la cabeza, la frase de Alejandro Martí: Si no pueden renuncien.