Es una pena saber que, después de quedarse sin patrimonio debido a las inundaciones de septiembre de este año, en Tula y nueve de sus localidades, existan personas que quieren quitarse la vida porque no encuentran la salida y no tienen nada, expresó Angélica Marisol Salazar Huerta, quien es una de los 35 mil damnificadas tras el desastre.

En entrevista, la residente del fraccionamiento Chapultepec, en la colonia Jalpa, dijo que tuvo conocimiento de que una adulta mayor que, aparte de perder sus posesiones durante la emergencia, se quedó sin un solo peso, pues extravió la tarjeta donde tenía el dinero de su fondo de ahorro para el retiro y que quien la encontró “se la vació”.

Por ello, amplió que la damnificada sufre de desesperación y a diario se pregunta: “¿Para qué vivo?”.

Contó que la afectada está muy deprimida y siente tristeza por saber la situación tan crítica que pasa y, sobre todo, por no poder ayudarla, dado que todos atraviesan por diversas afectaciones.

Como prueba de sus dichos, sostuvo que, en su colonia, a más de tres meses y medio del desastre, los habitantes de más de 70 viviendas, de las 85 que quedaron bajo las aguas residuales, no han podido regresar a sus hogares, debido a que sus casas están en “ruinas”.

Criterio recorrió la zona afectada y constató el abandono en el que están los apartamentos, de los que aún salen malos olores y los que conservan humedad; además, hay algunos que están totalmente destruidos por dentro.

Y es que, por separado, según contó Antonia Fuentes Escamilla, otra de las damnificadas del citado desarrollo habitacional, no hay dinero para hacer las reparaciones necesarias en los inmuebles, que no están en condiciones de habitar porque no hay certeza de que no sufran algún colapso. La mujer, de 51 años, señaló que, en su caso, perdió su casa y negocio, por lo que temporalmente no tiene empleo y afirmó que, a casi cuatro meses de la anegación, no le han dado apoyo por parte de la Secretaría del Bienestar: “Ni la ayuda de 10 mil pesos, ni los enseres domésticos que ya repartieron a la mayoría”.

Explicó que el motivo por el que no ha sido tomada en cuenta es que, al momento de que le tomaron los datos por parte del gobierno federal, la censaron mal, lo que no es su culpa, por lo que reclama lo que por derecho le corresponde.

Bajo ese contexto, Angélica Salazar y Antonia Fuentes comentaron que Tula y su gente aún no pueden olvidar la inundación ni levantarse de la desgracia para pensar en otras cosas porque el dolor y la desesperación ahí sigue, a flor de piel, como lo planteó el gobernador Omar Fayad Meneses el pasado martes, durante su visita a la ciudad.

“Cómo vamos a pensar en otras cosas si ni siquiera tenemos dónde vivir, cómo vamos a superar esta situación si no tenemos ni dónde dormir”, reclamó Toñita, como le llaman sus vecinos.

En tanto que Salazar Huerta, aseveró que quizá el mandatario estatal dice que ya se debe olvidar, porque a él no le ocurrió nada, porque él no perdió su patrimonio, sus hijos están bien y no ve de cerca el sufrimiento de la gente ahí sigue, todo el tiempo, al igual que la necesidad de alimento y dinero cada día.

Martín Barrera, comerciante de la zona centro, estimó que más de la mitad de los damnificados aún no han podido regresar a sus hogares debido a que no están en condiciones de habitarse y reclamó la falta de cumplimiento de la palabra del presidente Andrés Manuel López Obrador acerca de que habría apoyo para la reconstrucción de viviendas por parte del Ejército.

“El 6 de enero se van a cumplir dos meses de la visita del Ejecutivo federal, sin embargo, a la fecha no se ve nada de apoyo en el sentido de la rehabilitación en los hogares”, indicó.

Entre los apoyos prometidos por el mandatario nacional están 10 mil pesos en efectivo y ayuda con enseres domésticos para reponer los que se perdieron.

Miguel Ángel Martínez | Tula de Allende