Lo que comenzó como “un juego” cuando era niña se convirtió en una pasión que le ha brindado la oportunidad de conocer diversos puntos de la República y el mundo, a través de las creaciones surgidas de sus manos.

Lucrecia Hernández Atenco, originaria de la comunidad Santa Ana Zacuala, Acaxochitlán, aprendió a tejer por observación, pues, aunque sus hermanas mayores sabían hacerlo, nadie le enseñó; comenzó de manera empírica.

La mujer, de 56 años, de dice convencida de que es posible lograr los objetivos planteados cuando se trabaja por ellos. En agosto de 2019 ganó el primer lugar en el VII Concurso Nacional de Textiles y Rebozo por la confección de un traje completo de lana.

El atuendo, que le llevó cerca de seis meses de trabajo, estuvo conformado por enredo negro, faja azul marino y quexquemitl del mismo color pintado con añil, además de una blusa bordada con hilo de algodón.

“No pensé que fuera a ganar, pero me había esforzado mucho para bordar el traje”, aseveró.

Además, en diciembre del mismo año, formó parte de la delegación de creadores hidalguenses que visitaron Roma para promover la riqueza artesanal del estado.

“Fue una experiencia muy agradable. Me siento muy orgullosa porque admiraron nuestro trabajo en El Vaticano”, recordó la artesana.
Hernández Atenco consideró que las artesanas deben aliarse para que su trabajo sea mejor redituado.

TRABAJO 100 POR CIENTO ARTESANAL

Lucrecia realiza todo el proceso para la creación de textiles de manera artesanal. Primero, trasquila ovejas, lava e hila la lana y pinta las hebras con los colores deseados. “No es fácil elaborar las prendas; además, no dedico todo el día a tejer, también tengo que hacer los quehaceres de la casa y salgo a cuidar a mis borregas. Ahí es cuando aprovecho para bordar”, explicó.

Agregó que no realiza ningún boceto o diseño de la prenda que busca confeccionar, sino que borda siguiendo su imaginación.

Yuvenil Torres I Pachuca