De los diez Centros de Reinserción Social (Cereso) que entre julio y diciembre de 2018 registraron un aumento en su población, el de Tulancingo obtuvo la cifra más significativa al pasar de 559 a 583 internos; es decir, en el periodo hubo 24 personas privadas de su libertad.
Lo anterior, de acuerdo con el diagnóstico penitenciario del segundo semestre del año anterior, elaborado por la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo (CDHEH) y presentado el jueves pasado.
El análisis ubica al Cereso de Tulancingo en la tercera posición estatal por sobrepoblación, pues registró 65 por ciento, mientras que los penales de Tula de Allende e Ixmiquilpan, están rebasados en 66 y 100 puntos porcentuales, de manera respectiva.
En el periodo, el reclusorio concentró 547 hombres y 36 mujeres, de los cuales 194 son procesados y 368 sentenciados por delitos del fuero común, así como 13 procesados y 8 sentenciados del fuero federal.
Según el diagnóstico, el Cereso presenta alta incidencia de riñas y agresiones entre internos, al igual que los de Jacala, Molango, Mixquiahuala, Pachuca y Tizayuca.
También señala que, de 583 reclusos, solo 42 por ciento labora; es decir, hay 246 internos cuya principal actividad es la creación de artesanías, lencería, carpintería, cocina y mecánica.
Del total de reos, hasta el segundo semestre de 2018, 173 cursaban alguna instrucción educativa, desde alfabetización hasta el nivel medio superior, mientras que 170 practicaban algún deporte, principalmente futbol, basquetbol, frontón y voleibol.
De los 16 centro de reclusión que existen en Hidalgo, el de Tulancingo se encuentra entre las 9 que carecen de un médico adscrito; no obstante, en el sitio se ofrecen servicios de odontología y psicología.
CUATRO ENFERMOS
Entre julio y diciembre de 2018, en los penales de Hidalgo había 36 internos con alguna enfermedad mental, de los cuales 4 estaban encerrados en el Cereso de Tulancingo, la mayor cantidad respecto al resto de las cárceles
María Antonieta Islas | Tulancingo
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