Pese a la pandemia, y respaldándose en las creencias que rigen a la cultura otomí, pobladores de Tenango de Doria realizan rituales y costumbres que se llevan a cabo durante el carnaval.

“Si no hacemos la fiesta y el pedimento, algo malo podría ocurrir en la región, es un compromiso que debe cumplirse”, mencionó un vecino de Nanthé.

Señaló que de no seguir las tradiciones, en la localidad podrían enfermar u ocurrirles algo malo: “Especialmente a los capitanes y mayordomos, quienes además de coordinar las festividades con casi un año de anticipación, también son quienes aportan importantes cantidades de dinero para la comida y música”.

De acuerdo con la la cultura otomí, tal cargo representa un honor, el cual debe llevarse a cabo “para que haya un equilibrio entre el bien y el mal” en la región.

La figura del diablo en el carnaval tiene un papel importante y sus representaciones admiten interpretaciones diversas centradas en su influencia maligna en la vida doméstica, tal es el caso de Tenango de Doria.

Previamente, el ayuntamiento anunció la cancelación del Carvanal 2021 en el municipio, como medida preventiva de contagios de SARS-CoV-2.

Vanessa E. Romero

Tenango de Doria

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Durante el fin de semana, en Huehuetla, los comanches carnavaleros salieron a las calles a bailar al ritmo de sones, pues afirman que “es más importante la tradición”.

Pese a que la semana pasada el ayuntamiento anunció la cancelación del festejo y la instalación de un retén sanitario para limitar el acceso de visitantes al municipio, tal medida motivó a los lugareños a salir a las calles, ya que creen que entre ellos “no hay riesgo de contagio”.

Para la celebración, en la región se forman grupos de huehues que, acompañados de un trío huapanguero, recorren las calles bailando de casa en casa o negocios a cambio de que el anfitrión les dé dinero, mismo que es destinado al festejo o una obra para la comunidad.