“Traigo los ricos y deliciosos elotes preparados, harta mayonesa y harto quesito y también le traigo los ricos esquititos preparados, mmm”, era el estribillo que anunciaba el paso de Hugo Antonio Godoy de León, el Esquititos, por las calles de Tlahuelilpan.

Era un centroamericano de origen guatemalteco, tenía 39 años de edad cuando murió calcinado, hace un año, tras la explosión de un ducto en San Primitivo.

Era famoso y casi cualquiera podía dar referencias positivas de su persona. Vivía en La Loma, nunca supieron cómo llegó al municipio: “Simplemente un día apareció en las calles con su triciclo y ya no se fue…, duró años vendiendo elotes”.

Estela, quien trabaja en tortillería que se ubica en la esquina donde está el mural a la memoria del Esquititos, comenta que era de sangre liviana y que a todo mundo caía bien por dicharachero.

Quienes lo conocieron dicen que su historia es muestra del progreso que se obtiene con el trabajo arduo, “dado que el chavo empezó con un triciclo, y acabó con una motocicleta y una casa propia. Fue un hombre que llegó de otro país a triunfar aquí”.

Tanta estima le tenían que el muralista Dorian G. Grajales lo inmortalizó en una pintura intitulada Elotes, la bendición, que contiene la leyenda Tlahuelilpan es México, tierra de trabajo.

Vecinos afirman que la muchacha con la que vivía ha continuado con el negocio y recorre las calles con la misma tonadita.

Miguel Ángel Martínez

Tlahuelilpan

También te puede interesar Llama prelado a unión para superar la tragedia del 18E