Con 100 mil muertos y un millón de contagios por Covid-19, personal de salud cuenta lo mejor y peor que ha pasado en estos meses.
Todos coinciden en que entre sus mayores preocupaciones está perder a los pacientes, atestiguar su incertidumbre y el aislamiento con el que enfrentan la enfermedad.
La urgencióloga Ivette Hidalgo, del Hospital General de Zona Número 1 de Aguascalientes del IMSS, entidad que por ahora vive un repunte de contagios, enfrenta el coronavirus a veces con impotencia por no poder ayudar como quisiera a sus pacientes.
“Lo peor de la pandemia han sido todas las muertes que hemos tenido a nuestro alrededor de manera precoz, todo el miedo de los pacientes cada vez que ingresan y no saben si van a volver a salir”, dijo a REFORMA.
La especialista agradece que sus compañeros han sido solidarios, humanos y empáticos.
Lograr salvar vidas es para los equipos médicos un respiro, asegura.
“Tengo un paciente que recibí en el área de urgencias, muy grave que tuvimos que intubar y posteriormente, como apoyamos en piso también, lo evolucionamos y después de 17 días intubado, lo pudimos extubar”, cuenta.
“Después de unos días, también pudimos darle la despedida. El señor se mostró muy agradecido y la familia también. Hicimos video llamada y también estaban muy, muy agradecidos con nosotros. Al final de todo eso vale la pena”, señala.
Aminorar la distancia física y emocional que el Covid impone entre los pacientes y sus familiares ha sido uno de los tantos retos que el personal de salud ha enfrentado a lo largo de la pandemia, estima Ivette Yolanda Alférez Jiménez, subdirectora del Hospital General Regional (HGR) Número 2 en El Marqués, Querétaro.
La lejanía pesa en el paciente y angustia a los familiares, por lo que el personal ha fungido también como mensajero.
“Lo peor que he visto es lo terrible que es para las familias de estos pacientes, aún cuando se encuentran graves, el estar alejados de ellos y tener poca oportunidad de contacto con el paciente durante su hospitalización y la angustia que les genera el no poder hacer una visita convencional”, expone.
A través de cartas, explica la también coordinadora de Medicina Interna de este centro hospitalario, han podido acercar a las personas.
“(Hay cartas) divertidas, tristes, unas felices, otras no tanto, que hemos tenido tanto con los pacientes con los recados que mandan a sus familiares”, dice.
También hay mensajes positivos y agradecimientos por la labor médica.
“Lo que más hemos vivido es el agradecimiento de las familias, de aquellos pacientes que desafortunadamente fallecen en nuestro hospital por Covid, a pesar de ese resultado terrible para las familias, ellos se muestran agradecidos con todo el personal del hospital por la atención que recibieron mientras su familiar estuvo hospitalizado”, señala.
Cuando comenzaron los preparativos para ampliar la capacidad hospitalaria en Durango, la epidemióloga Cinthya Belem Reta Guerrero temía que la respuesta a la convocatoria para capacitación fuera mínima.
“En un lugar en donde esperábamos pocos asistentes (en el Hospital 46 de Gómez Palacio), de tres a cuatro, tuvimos a lo mejor cientos de personas que querían escuchar la capacitación (…) fue un gran poder de convocatoria que tuvo por parte de la Delegación (del IMSS)”, explica.
Ahora, pese a que hay una amplia disposición de los médicos a actualizarse y preparase, la angustia es que aún no se tenga un tratamiento específico para Covid-19, consideró la también Coordinadora de Atención y Prevención a la Salud en el Órgano Operación Administrativa Desconcentrada (OOAD) de Durango.
La funcionaria, con 12 años de antigüedad en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), refiere que lo mejor que ha visto en esta pandemia es el trabajo en equipo.
A la enfermera Mercedes González Rizo le molesta que la gente vaya por la calle sin usar cubrebocas y celebra que, por otro lado, haya mexicanos dispuestos a ayudar a los pacientes a vencer el nuevo coronavirus.
La mujer, con un corazón rojo en el tapabocas, considera que es importante que cada ciudadano abone desde su trinchera y mantenga medidas preventivas para evitar contagios.
Este 2020, a la auxiliar de enfermera general del Hospital General de Zona Número 1 de Chiapas le tocó servir en el Banco de Sangre.
“Lo peor que he visto durante la pandemia es la poca cultura que tiene la gente de usar cubrebocas y que realmente en ningún momento se percataron de saber que podían contagiarse”, externa la enfermera que lleva ya 24 años laborando para el IMSS.
En el banco de sangre, dice, se ve la solidaridad.
La gente que se recupera de Covid-19 ha mostrado amplia disponibilidad para donar plasma y que se investigue su eficacia en el tratamiento de la enfermedad.
Hasta ahora, el 39 por ciento de los receptores de plasma convaleciente ha registrado mejoría, según reportes preliminares del IMSS.
Al inicio de la pandemia, Carlos Alfredo Arteaga Lazcano fue de los primeros auxiliares de limpieza que se animó a laborar en un área destinada a pacientes con Covid-19 del Hospital General de Zona Número 32 “Dr. Mario Madrazo Navarro”.
Al principio, el temor por el coronavirus generó un ambiente muy estresante, pero ahora lo que más le pesa es ver que los pacientes mueren.
“Fui de los primeros en entrar al área Covid y bueno, todos teníamos nervios, miedo, estábamos preocupados de que nos pudiéramos contagiar”, recordó el trabajador, quien lleva en este hospital de Coyoacán más de dos años.
“Lo peor que me ha tocado estando en el área Covid es ver la pérdida de un paciente, aunque todos tenemos esa preocupación por el paciente y vemos a los doctores, enfermeros, a nosotros mismos de limpieza procurando que esté en las mejores condiciones, duele la pérdida” entre personal.
Iris Mabel Velazquez Oronzor
Agencia Reforma
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