Convencida de que una profesional de la educación no solo debe involucrarse en la enseñanza de sus alumnos, sino también en su bienestar emocional, la maestra de primaria Nallely Fuentes Martínez destaca que su vocación nació desde que era pequeña.

La profesora de cuarto grado de la escuela Emiliano Zapata, ubicada en la colonia Felipe Ángeles, de Pachuca, considera que un menor debe sentirse tomado en cuenta y apreciado, a fin de que esto se vea reflejado en su aprendizaje. “Un niño que no se siente amado no aprende”.

Con 12 años de experiencia laboral y 35 de edad, la docente expresa que es difícil ejercer su profesión en tiempos como el actual, en los cuales la pandemia por Covid-19 cambió la dinámica de enseñanza-aprendizaje; dicho proceso, dijo, resulta más complejo en contextos urbanos marginados, como en el que se ubica la escuela Emiliano Zapata.

“Trato de brindarles la calidez que tal vez ellos no reciben en su hogar, procuro acercarme y mantener comunicación con ellos. Que me vean, sí como la docente que está a cargo, pero también que sepan que pueden confiar en mí para decirme: ‘En mi casa me está pasando esto’”.

La profesora, quien ha compaginado su vida profesional con la de madre, resalta el papel de las maestras en la formación de un menor, ya que, en ocasiones, es en el salón de clases donde se “desahogan”.

“El papel de los docentes es fundamental para la sociedad”, afirmó sobre el trabajo que realizan miles de profesores en el estado, cuyo día conmemorativo se celebra hoy.

Consideró que la transición de la educación presencial a virtual, a raíz de la contingencia sanitaria, fue muy drástica, ya que no todos los menores contaban con herramientas tecnológicas para su aprendizaje; sin embargo, expresó que fue satisfactorio que tanto padres como alumnos pusieron de su parte para que su enseñanza no se viera interrumpida.

Recordó una anécdota con uno de sus alumnos, quien cuenta con mucha motivación de su familia para estudiar; sin embargo, atravesaba por una situación económica complicada, por lo que no contaba con teléfono móvil, tablet o computadora para seguir sus clases.

Poco después, el niño le indicó que su familia ya le había conseguido un teléfono móvil, aunque aún estaba pendiente el internet; posteriormente, al impartir su clase, la maestra se dio cuenta de que el menor estaba siguiendo la lección en la calle, debido a que se estaba “robando” el internet.

“Me dijo: ‘profesora, ya puedo tomar clase, me estoy robando el internet, pero ya estoy en tu clase’. Me sorprendió, aquí se ven las ganas de la familia y del niño y de que no hay impedimento para hacer las cosas”.

Por su parte, la directora del plantel, María del Rocío Hernández Calva, explicó que, hasta hace algunos años, el bullying era común en la escuela, pero ha logrado erradicarse con el apoyo y acompañamiento de los maestros con sus alumnos.

Yuvenil Torres | Pachuca

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