Sobrevivientes de masacre en Perú no olvidan ni perdonan
 
Hace (30) meses
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People demonstrate outside the Anti-Terrorism Direction (DIRCOTE) against terrorism and celebrating the dead of Shining Path terrorist group former leader Abimael Guzman, in Lima on September 11, 2021. – The historic leader of Peru’s Maoist guerrilla group Shining Path, Abimael Guzman, died on September 11, 2021, at the age of 86, while serving a life sentence since 1992. The former university philosophy professor, hospitalized since July 20, spent his last 29 years in prison carrying on his back the intellectual responsibility for one of the bloodiest conflicts in Latin America, with 70,000 dead and disappeared in two decades (1980-2000) according to figures of the Truth and Reconciliation Commission (2003). (Photo by Ernesto BENAVIDES / AFP)

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Los sobrevivientes de la masacre de Lucanamarca, una de las peores del grupo maoísta Sendero Luminoso, en Perú, recuerdan esa terrorífica noche de hace casi 40 años y no perdonan al exjefe guerrillero Abimael Guzmán, fallecido la semana pasada.

“Es un trauma que no podemos olvidar”, dijo a la AFP Rolando Misaico, que a los 10 años perdió a su madre en la masacre de 69 campesinos, la noche del 3 de abril de 1983, en esta pobre comunidad campesina ubicada a 550 km al sureste de Lima.

Una columna de 60 guerrilleros armados de machetes, hachas, cuchillos y armas de fuego ingresó al poblado situado a 3 mil 500 metros de altitud, convocó a la población a la plaza central y asesinó a 69 pobladores.

Algunos fueron quemados vivos con kerosene, otros murieron a hachazos, contaron a la AFP sobrevivientes.

El detonante fue la negativa de la comunidad a aceptar las normas impuestas por Sendero Luminoso en Ayacucho, un departamento andino marcado a fuego por la pobreza y la violencia.

La matanza de Lucanamarca fue percibida como un mensaje de lo que le podría suceder a quienes no estuviesen dispuestos a someterse a las reglas de Sendero Luminoso.

Los testimonios son sobrecogedores. Los sobrevivientes se refugiaron de la guerrilla en cuevas de los cerros aledaños, temerosos de ataques terroristas.

“Abimael ha querido destruirnos a todos, más a los campesinos. Esta herida que nos ha dejado no se borra”, dijo Orfelinda Quincho, de 64 años.

AFP I Santiago de Lucanamarca

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