En la zona baja del municipio hay tanta agua, que los pozos, la “tiran todo el día”; en la alta, la carencia es extrema
La sequía, que desde 2018 ha afectado los ciclos agrícolas por la falta de precipitaciones, ha causado que algunos manantiales se sequen y, en otros casos, la mengua del hidríco, situación que ha obligado a pobladores del Ixmiquilpan a buscar alternativas para abastecerse del líquido.
Mientras que en la zona baja de Ixmiquilpan el agua no es un problema, incluso la abundancia es tal que miles de litros son arrojados al río Tula y a los arroyos, desperdiciándose las 24 horas del día sin que exista un plan para su aprovechamiento.
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Tal es el caso del barrio La Reforma, donde existe un pozo que “tira” agua todo el día. En el poblado existe un comité de administración, y aunque el pozo suministra a gran parte de la zona urbana, también existe la venta de pipas, pero no hay otra forma de evitar el “desperdicio” del recurso.
Situación similar es la de los diferentes balnearios y parques acuáticos, que sueltan al río grandes cantidades de agua las 24 horas del día; sin embargo, a unos cuantos kilómetros, las comunidades llevan décadas buscando solucionar el problema de desabasto.
Algunas de las localidades únicamente cuentan con el servicio potable dos horas a la semana; el agua que logran captar deben administrarla, o bien, pagar más de 3 mil pesos por una pipa de 10 mil litros, la cual les puede durar hasta un mes.
Comunidades como Cantamayé, Ustheje, Bojay, Naxthey y La Palma, ubicadas en la zona norte del municipio, llevan años buscando la atención de las autoridades de los tres órdenes de gobierno para encontrar una solución al problema hídrico.
La alcaldía ha dado a conocer que en esa área se encuentra una falla geológica y que, a pesar de las exploraciones que se han hecho y perforaciones, los resultados han sido negativos, no se ha encontrado agua.
En 2022, el gobierno municipal anunció la segunda etapa de un sistema integral para resolver el problema, pero este persiste.
En 2020, en plena pandemia, los pobladores de estas comunidades retuvieron al entonces presidente municipal, Pascual Charrez, para exigirle atender el problema.
Esta manifestación terminó en violencia después de que un grupo de personas afines al edil lo rescataran; sin embargo, los manifestantes subrayaron que estas acciones fueron por “desesperación” ante la crisis del agua que se mantiene en la zona norte del municipio.