Piden cuidarse del reflujo, ese molesto ardor después de comer
 
Hace (21) meses
 · 
Piden cuidarse del reflujo, ese molesto ardor después de comer
Compartir:

Fin de semana de reunión familiar, y el único menoscabo a la dicha de compartir la mesa, charlar y reír, es el mole de la abuela, siempre delicioso, pero que al poco rato de haber sido devorado del plato comienza a abrirse paso dolorosamente hasta la garganta.

La misma agrura que, como una ola de calor, asciende desde la boca del estómago, tal como pasó anoche luego de esos tacos disfrutados al término de una fiesta con amigos, en la que hubo tragos en abundancia. Tanto entonces como ahora, no ha parecido un problema que un simple antiácido no pueda remediar.

Desde la perspectiva médica, aquello podría constituir lo que se conoce como enfermedad por reflujo gastroesofágico, que consiste precisamente en el paso por el esófago del contenido gástrico –ácido, en la mayoría de los casos-, que se regresa a través de la unión con el estómago.

“Eso de la agrura o la clásica acidez es parte del reflujo y suele ser el principal síntoma”, remarca en entrevista telefónica el doctor Francisco Javier Fournier Montemayor, médico especialista en endoscopía y gastroenterología del Centro Médico ABC.

“Una persona con un reflujo típico tiene la sensación de ardor específico en la parte posterior del pecho, casi siempre relacionado con la ingesta abundante de alimentos o de alimentos muy irritantes”, agrega.

Aumenta riesgo de brotes de sarampión, varicela y paperas en vacaciones 
Foto: Ilustrativa

Al enlistar parte de dichos alimentos -generalmente los muy condimentados, con ajo, cebolla y jitomate; las grasas, irritantes como el alcohol, y hasta el chocolate-, resulta fácil comprender por qué es de las enfermedades más comunes del tubo digestivo, con tantas personas padeciéndola que es imposible tener un estimado certero de a cuántas ascienden.

Baste con decir que los medicamentos para el control de la gastritis y el reflujo figuran entre los de mayor venta, usualmente adquiridos sin necesidad de receta y como una forma de alivio rápido para tales malestares. Lo cual no es necesariamente malo, apunta el doctor Fournier Montemayor, sino que lo grave viene cuando el problema se ha prolongado y los fármacos ya no surten el mismo efecto.

“Cuando comes cierto alimento, como el mole, que frecuentemente provoca agruras, pues ya sabes que ese día tomas cualquier tipo de medicamentos antiácidos y es suficiente.

“Pero si a pesar de que tú haces una dieta blanda en tu día a día, te portas bien con la comida, y aun así incluso el agua puede provocar reflujo, y tienes molestias que han durado más de dos años, sí es sugerible hacer un estudio que se llama endoscopía de tubo digestivo alto”, exhorta el especialista.

Dicho procedimiento consiste en introducir por la boca un tubo de tamaño similar a un dedo meñique, con una lámpara y una cámara de alta definición en la punta, que sirve a los expertos no sólo para determinar si el reflujo padecido es de la variedad que causa erosiones y úlceras en el esófago, sino para corroborar lo que suele ser una de las principales causas de este problema: un defecto en el esfínter esofágico inferior.

Es decir, en la endoscopía se observa si dicha parte, una válvula en la unión del estómago y el esófago que abre y cierra con el mecanismo de la deglución para permitir el tránsito de la comida, en realidad no está funcionando como debería.

“El estar abierto o incompetente, el no cerrar por completo, facilita que el contenido del estómago se regrese”, resalta Fournier Montemayor, quien pide imaginar este esfínter deficiente como un nudo flojo en una bolsa de plástico, que sería el estómago.

LOS RIESGOS Y SOLUCIONES

Al encontrarse con erosión y úlceras en el esófago -aun cuando el paciente en cuestión haya presentado muy pocos síntomas de reflujo-, los médicos podrán indicar un tratamiento de hasta ocho semanas para la reparación de la zona lastimada.

Sin embargo, subraya Fournier Montemayor, una pastilla es incapaz de resolver un defecto anatómico, como es esta incompetencia del esfínter esofágico inferior, importante factor mecánico detrás de la enfermedad por reflujo gastroesofágico.

Al no remediarlo, este padecimiento y su característica sensación de ardor -referido entre los especialistas como pirosis- continuará. Y para quien ha tenido la fortuna de no haberlo sufrido jamás parecerá que no es más que un malestar pasajero; pero lo cierto es que este apenas tolerable mal es capaz de acarrear varios otros, algunos de gravedad importante.

Desde cuadros respiratorios o pulmonares, como asma y neumonía, en los que el reflujo puede ser un factor desencadenante en tanto lo que se regresa por el esófago puede ser gas ácido que se respira, hasta caries y daño dental.

“También existe, aunque es mínimo, el riesgo de que a largo plazo, si no actúas, ese proceso inflamatorio crónico de tu esófago pueda provocar cambios en las células del esófago en la unión con el estómago, que pueden provocar lesiones premalignas. Esto quiere decir que predispone a la formación de tumores, cáncer”, advierte el especialista del Centro Médico ABC.

¿Quienes han mantenido el malestar a raya automedicándose por años podrían tener un mayor riesgo de lesiones premalignas?

Si tú tomas el medicamento, lo que se te regresa tiene menos ácido. Si lo que se regresa tiene menos ácido, implica menos proceso inflamatorio y reacción en las células del esófago; disminuye el riesgo de que en la reparación el propio cuerpo ponga células en el esófago que no le corresponden. Eso se llama metaplasia intestinal o Esófago de Barrett.

Entonces, si tú estás tomando tratamiento por semanas o meses para controlar tus síntomas, es poco probable que el cambio de las células avance, aunque tienes que ser disciplinado en cuanto al tratamiento médico.

Pasando entonces a las formas de atención, entre las primeras medidas a tomar están, por supuesto, las higiénico dietéticas; “por ejemplo, al paciente que tiene sobrepeso, es muy importante indicarle que baje de peso”, señala Fournier Montemayor.

Lo mismo si fuma, práctica que, además del daño multiorgánico que provoca, llena de aire el estómago, lo cual aumenta la presión de esa “bolsa de nudo flojo” y propicia el reflujo.

Para quienes ya han intentado esto más el tratamiento médico y han experimentado una mejora, sólo para que posteriormente el reflujo regrese -pues, como se ha dicho, ningún medicamento cura el defecto anatómico subyacente-, existe una opción quirúrgica.

Un procedimiento llamado Funduplicatura, señala el médico especialista en endoscopía y gastroenterología, quien refiere que aunado a la mencionada válvula que no cierra puede haber en el paciente una hernia hiatal, lo cual implica que hay algunos centímetros del estómago que se han desplazado del abdomen hacia el tórax; ése es un factor muy frecuente para provocar reflujo”.

“La cirugía es regresar el estómago a su lugar, que es el abdomen. Una vez hecho, lo siguiente es cerrar esa parte del hiato (la barrera anatómica que separa el esófago del estómago). Tiene que ser una cirugía muy fina hecha por expertos para que el resultado sea satisfactorio”, sostiene.

“Para evitar que el estómago se pueda volver a regresar hacia el tórax, hacen un espacio por debajo del esófago, y se llama Funduplicatura porque lo que hacen es tomar parte del fondo gástrico, que es la parte superior del estómago, pasarla por detrás del esófago, y cerrarla por enfrente. Como un abrazo, o como si hicieras un taco, como si fuera una flauta que la cierras por completo de lado a lado”.

A ello se le conoce como Funduplicatura de 360 grados o de circunferencia completa, detalla Fournier Montemayor, que es la que tiene mejores resultados para evitar el reflujo.

“Entonces, te hicieron una válvula artificial. Ya no importa lo que haya en la bolsa, aunque los excesos siempre son excesos, pero ya no se te regresa nada porque se reparó el defecto anatómico que puedes tener desde que naciste o que se provocó porque subiste en una forma exagerada de peso, o por algunas actividades, como cargar cosas pesadas”.

¿LOS ANTIÁCIDOS SON DAÑINOS?

Entre los medicamentos a los que la mayoría de personas con reflujo recurre para aliviar el malestar está toda la familia de los que se denominan inhibidores de la bomba de protones (IBP) -aquellos con el sufijo “prazol” en el nombre-.

Agentes antisecretores gástricos, o dicho en otras palabras, activos farmacológicos que bloquean la producción de ácido del estómago. De ahí que aunque los pacientes puedan todavía experimentar que se les regresa líquido, comida o gas por el esófago, ya no hay ardor.

Sin embargo, a lo largo de los años han surgido diferentes estudios tanto a favor como en contra, algunos sugiriendo un vínculo entre el uso crónico -por varios años- de tales medicamentos y diferentes efectos colaterales potenciales.

Uno de ellos, ejemplifica el especialista Fournier Montemayor, es la predisposición a padecer mayor cantidad de infecciones, sobre todo en pacientes graves en unidades de terapia intensiva, pues parte de la función de la acidez estomacal es evitar enfermedades.

Por otro lado, que pueden provocar osteoporosis, ya que con su ingesta hay algunos cambios en el metabolismo del calcio.

Y, acaso entre lo más grave, que dicho uso crónico de los IBP se ha relacionado con algunos tipos de demencia. Todo esto, opina Fournier Montemayor, posiblemente más una cuestión coincidente al tratarse de algunos de los fármacos más comunes que una consecuencia directa.

“La realidad es que por eso es importante acudir con tu médico, quien te puede decir: ‘Por tu tipo de síntomas, para el control de los mismos eres un perfecto candidato para tratamiento quirúrgico’. Entonces, te evitas el uso crónico por 10, 20, 30, 40 o 50 años de los medicamentos, que además implican un costo.

“Puedes buscar artículos que digan que hacen daño y otros muchos que dicen que no; eso pasa mucho en la literatura médica. Tú vas a encontrar lo que estás buscando. Y la realidad es que no existe una contraindicación o una indicación absoluta”, continúa. “Muchas veces es peor el riesgo de no seguir un tratamiento adecuado para reflujo, porque a largo plazo puede haber daño, proceso inflamatorio crónico, cambio de células y lesiones premalignas”.

Así, mientras se sabe que algunos pacientes van a seguir por una ruta que los puede llevar a desarrollar cáncer de esófago, “no está 100 por ciento demostrado que van a acabar en demencia”, enfatiza el médico, quien insiste en que lo ideal es acudir con el médico, particularmente ante las señales de alarma.

Algunas de éstas son: llevar más de dos años con síntomas de reflujo y que de pronto los antiácidos dejen de surtir efecto; pérdida de peso y de apetito; dolor en el pecho al comer, y si hay restos de sangre entre el contenido gástrico que se regresa o al vomitar.

Ricardo Israel Sánchez Becerra
Agencia Reforma

Compartir:
Relacionados
title
Hace 8 días
title
Hace (4) meses
title
Hace (6) meses
title
Hace (14) meses
Se dice
/seDiceGift.png
Especiales Criterio
/transformacion.jpeg
Suscribete
/suscribete.jpg

© Copyright 2023, Derechos reservados | Grupo Criterio | Política de privacidad