El combate emprendido por la agencia estadunidense antidrogas (DEA) contra narcotraficantes de la familia Arellano Félix terminó por favorecer a su rival Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, reveló una investigación de la agencia ProPublica.
Publicada por la revista Atlantic, la indagación de ProPublica, una agencia de noticias sin fines de lucro, ganadora del Premio Pulitzer, destacó que desmantelar a la Organización de los Arellano Félix (OAF) despejó el terreno para que Guzmán Loera se convirtiera en el mayor narcotraficante del mundo.
El texto está basado en testimonios de varios agentes de la DEA y en especial de Dave Harrod, quien fue el principal encargado de desarticular a la OAF, que en la década de 1990 era el cártel de drogas más poderoso del mundo tras el ocaso del colombiano Pablo Escobar.
Titulado “Demonios, Tratos y la DEA”, el texto publicado este jueves señaló a Guzmán Loera, y “a su ahora casi imparable cártel de Sinaloa”, como “el mayor ganador” de los esfuerzos contra los Arellano Félix.
Luego de arrestar en 2005 a Javier Arellano Félix, quien había quedado como líder del cártel tras la muerte y captura de sus hermanos, Ramón y Benjamín, Harrod precisó que funcionarios de Estados Unidos pensaron que habían logrado una “victoria decisiva” contra el narcotráfico.
Ahora a punto de retirarse, Harrod acepta sin embargo que la realidad no es tan clara como sugieren los comunicados de prensa emitidos entonces por el gobierno de Estados Unidos, y que “él y otros agentes que trabajaron en el caso dicen que la experiencia los dejó desilusionados”.
El texto asentó que “lejos de detener el flujo de drogas”, el combate contra los Arellano Félix favoreció a Guzmán Loera y su organización criminal, algunos de cuyos miembros incluso le dieron a la DEA información privilegiada para detener a sus rivales.
El texto resaltó en ese sentido que la DEA se reunió en innumerables ocasiones con el abogado y confidente de Guzmán Loera, Humberto Loya Castro, con la propia anuencia del narcotraficante, y que con sus revelaciones ayudó a “socavar a la OAF y por lo tanto ayudar a su jefe”.
El texto también narra la decepción de Harrod y sus compañeros con la estrategia de la DEA de proponer a criminales confesos retirar cargos a cambio de información, así como de ofrecer ligeras sentencias a jefes del crimen organizado a cambio de su declaración de culpabilidad.
“Más de 100 personas, operadores del OAF y sus familiares, fueron reubicados en Estados Unidos. A algunos de ellos se les pagó por su cooperación, y se les dio vivienda, licencias de conducir y permisos de trabajo”, reveló la investigación.
Eduardo Arellano Félix recibió una condena de 15 años de prisión en EU, en tanto que Benjamín obtuvo 25 años, sin necesidad de cooperar u ofrecer información.