Excluyen estudios clínicos a mujeres con VIH
 
Hace (18) meses
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Foto: Reforma

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Aunque representan más de la mitad de los casos de VIH en el mundo, las mujeres no figuran en esa misma proporción en los estudios científicos y la generación de nuevo conocimiento en la materia.

 “Los estudios más grandes realizados para la simplificación, por ejemplo, del tratamiento antirretroviral (ARV) -que en vez de tres fármacos se usen dos-, en esos estudios la inclusión de mujeres tan sólo representó un 15 a 20 por ciento de toda la población estudiada”, expone en entrevista la infectóloga Brenda Crabtree.

“Lo mismo con los nuevos antirretrovirales que son en forma inyectable de larga duración. También en estos ensayos clínicos la proporción de mujeres incluidas fue de tan sólo veintitantos por ciento”, agrega la investigadora del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ).

De esta forma, no sólo persiste la compleja duda de si la infección por VIH progresa de manera diferente en mujeres que en hombres, sino que es imposible ofrecer las mejores opciones terapéuticas a un significativo porcentaje de pacientes que atraviesan por distintas etapas: adolescencia, embarazo, posparto, menopausia.

 “Todas estas condiciones, que son cambios muy importantes en la vida de una mujer, de su entorno y de su sentir, todo esto no necesariamente está contemplado en el uso de los antirretrovirales”, lamenta Crabtree, quien el pasado jueves copresidió el Foro de Optimización de la Terapia ARV, organizado por la Fundación Huésped.

La infectóloga abordó esta situación de las mujeres frente a la terapia antirretroviral -que puede controlar la infección por VIH al mantener bajos los niveles del virus- durante este encuentro, dividido en un foro comunitario de acceso abierto y una serie de charlas de carácter científico entre investigadores, médicos tratantes y proveedores de la salud.

Desde cuestiones pediátricas hasta los desafíos que el envejecimiento de personas con VIH va arrojando, además de un foro interactivo de discusión de casos específicos que representan un reto clínico de manejo.

Agudiza falta de estudios vulnerabilidad de las mujeres

En cuanto a la problemática exclusión de las mujeres de los ensayos clínicos, Crabtree ilustra que esto agudiza la condición vulnerable en que ya de por sí se encuentran las embarazadas.

 “Se vulneran aún más, las ponemos en una posición todavía más vulnerable, porque no tenemos conocimiento con lo cual fundamentar una recomendación”, dice, equiparando el caso con la exclusión de personas con VIH de las pruebas de vacunas contra el SARS-CoV-2, lo cual impide que se genere el conocimiento necesario para responder a las necesidades biológicas o de manejo de estos grupos específicos.

“Y como han sido excluidas, los tratamientos para las mujeres embarazadas fueron los últimos que se optimizaron”, continúa Crabtree. “Las mujeres tenían que tomar la combinación más difícil de tolerar, en un estado en el que de por sí hay náusea por el estado mismo de embarazo”.

Hasta hace muy poco, remarca la infectóloga, las guías médicas seguían recomendando esquemas muy difíciles de tolerar durante el embarazo.

 “O sea, nos tomó muchísimo tiempo como comunidad científica el poder entrarle a ver si había opciones más tolerables y más fáciles y amigables para las mujeres embarazadas, y para que ellas tuvieran un embarazo cómodo, que evitara que sus bebés nacieran con VIH.

“¡Esto es muy reciente! Esto sucedió en los últimos 10 años, pero los antirretrovirales tienen más de 30 años”, apunta. “Esto es una prueba de cómo hemos dejado a esta población atrás en cuanto al conocimiento”.

Una clave es reforzar la educación sexual

Aunado a este problema, la infectóloga pone el énfasis en el hecho de que en México y América Latina, donde la epidemia de VIH está concentrada principalmente en hombres, las mujeres que adquieren la infección llegan a verse poco, por lo cual en realidad no se perciben en riesgo de contraerlo. Y esto también es problemático.

 “Casi siempre lo adquieren de su pareja estable, y casi siempre el diagnóstico es tardío, porque como no se perciben en riesgo no se hacen pruebas de manera frecuente o rutinaria”, indica Crabtree, para quien son clave factores como la educación sexual recibida, el acceso a herramientas de salud sexual y reproductiva, y hasta el empoderamiento de la vida sexual.

“En una región donde hay tanta inequidad y tanta violencia contra las mujeres, desde luego que el que las mujeres adquieran o sean un grupo que sigue creciendo en cuanto a la adquisición de VIH es un reflejo justamente de eso”.

Y es que, ejemplifica la infectóloga, cuando esta epidemia comenzó hace 40 años, la proporción de casos entre hombres y mujeres en México era 11 a 1; “esto poco a poco se ha disminuido a 6 a 1”.

Así, donde la especialista del INCMNSZ ve el mayor pendiente es en materia de comunicación e información para contrarrestar esta percepción equivocada de estar fuera de riesgo, y que las mujeres se realicen pruebas de detección de forma rutinaria para un diagnóstico oportuno.

Necesario un cambio de enfoque en la atención médica

Pero también debe haber un cambio desde los propios proveedores de salud.

 “Porque en los servicios de Urgencias, si llega un chico con prácticas de riesgo, que tiene pérdida de peso y dos semanas de diarrea, muy probablemente los médicos le hagan prontamente una prueba de VIH.

“Pero a lo mejor una mujer indígena que tiene solamente una pareja sexual y que llega igual con pérdida de peso y dos semanas de diarrea, se van a tardar mucho más tiempo en hacerle una prueba de VIH o no se la van a hacer”, indica Crabtree. “Y habrá entonces oportunidades perdidas porque la percepción de riesgo es muchísimo menor”.

Independientemente del género, un diagnóstico tardío conlleva el riesgo de que la infección progrese y que haya un peor pronóstico; “tienen el riesgo de morir por un evento definitorio de Sida. Y esto ya no debe de suceder”, clama la infectóloga.

 “Esto se tendría que evitar a toda costa porque tenemos tratamientos adecuados. Hay antirretrovirales para la prevención y hay antirretrovirales muy eficientes para evitar que las personas progresen y mueran.

“Con lo cual, esto ya no debería de suceder. Si sucede es que estamos haciendo algo mal, y eso es lo que deberíamos de reflexionar todos como sociedad, pero también como sistema de salud”, concluye.

En números

– 4 mil 573 decesos por VIH/Sida se registraron en 2020 en México.

– 83% de los fallecimientos correspondieron a hombres.

– 17%, a mujeres.

– 28% de los fallecidos no contaban con seguridad social.

– 150 mil 51 nuevos casos de VIH fueron diagnosticados de 2010 a julio de 2021.

 Fuente: Inegi

Ricardo Israel Sánchez Becerra  | Agencia Reforma

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