Con tumbas que datan desde hace más de un siglo, el Panteón Municipal de Pachuca ha sido el destino final de cientos de hidalguenses desde que comenzó su habilitación, en febrero de 1900.
De acuerdo con archivos históricos, el actual camposanto tuvo que ser diseñado por la falta de espacio en el antiguo cementerio de San Rafael, donde actualmente se ubica el parque Hidalgo.
Aunque hace una centuria estaba a las afueras de la ciudad, en San Bartolo, la mancha urbana envolvió al panteón. Fue habilitado en lugar distante ante la falta de espacio y por el miedo de que se pudiera generar alguna epidemia.
Según los datos históricos, Tomasa Cruz fue la primera persona en ser sepultada; falleció en enero de 1901, días después de haber nacido. Hay quienes aseguran que se aparece entre las lápidas.
Además, en el camposanto también hay tumbas con fechas anteriores a su habilitación, como 1884 o 1894, pues las autoridades municipales las trasladaron desde San Rafael para ser reubicadas. Es notable su deterioro, pues muestran el paso de los años en la piedra.
Una de estas es la de Francisco Rossette, quien está sepultado en una tumba de mármol blanco, de arquitectura gótica, que asemeja los arcos de las catedrales europeas. Incluso, los marcos que adornaban las ventanas de la construcción eran de oro. Él donó el terreno donde actualmente reposa.
El Panteón de Pachuca también albergaba los restos del exgobernador Juan C. Doria, Teodomiro Manzano, Nicolás Flores, el piloto Guillermo Villa-sana, Ramón G. Bonfil, Ramón Rosales y Julián Villagrán, pero en 2010 fueron trasladados a la Rotonda de los Hidalguenses Ilustres, en Río de las Avenidas.
Actualmente, el cementerio alberga tumbas de todos los estilos: desde las que tienen decoración de equipos de futbol, capillas con techo a dos aguas, adornadas con azulejos y de distintos tamaños hasta las más sencillas, con solamente una cruz de herrería.
Galilea Monroy | Pachuca
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