Marco Mendoza hoy en Festival de Jazz de Polanco
 
Hace (83) meses
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Erika P. Bucio
Agencia Reforma

Un bajo de seis dólares que su padre, aficionado al jazz, le compró en el Monte de Piedad, selló el destino de Marco Mendoza, bajista de bandas como Whitesnake y The Dead Daisies.
“Me encantaría buscar ese bajo en Tijuana”, dice el bajista, que empezó su carrera en 1989 tocando en el álbum solista de Bill Ward, baterista de Black Sabbath. Afirma que por sus manos, desde entonces, han pasado más de 50 instrumentos entre bajos y guitarras.
“Lo compramos para que aprendiera a tocar porque había un grupo que necesitaba un bajista. Ya tocaba bastante la guitarra. Me interesó la idea de tocar el bajo y cantar. Y ahí me quedé, yo tenía como 14 o 15 años”, cuenta vía telefónica, previo a su concierto del sábado 22 con el tecladista Otmaro Ruiz y el baterista Giovanni Figueroa en el Festival Internacional de Jazz de Polanco.
Nacido en San Diego, creció en Tijuana después del divorcio de sus padres. Vivir en la frontera lo expuso a gran variedad de influencias musicales. Desde las populares cumbias y ritmos afrocubanos hasta el rock en español.
Su padre tocaba el clarinete y su madre era cantante en un trío. Su abuela era pianista clásica.
“Creciendo con la música, aprendí a apreciar los diferentes estilos. Toda la música llegaba de Sudamérica, los ritmos afrocubanos que venían de Cuba, Puerto Rico y Nueva York. Y de pronto me pegó la invasión inglesa de rock con Los Beatles (recibió una Navidad el álbum Abbey Road), de repente se me prendió la flama y no he parado”, narra.
“Trato de considerarme un músico y no un músico de rock o de jazz”, dice Mendoza. “Tocar con otros músicos es como tener una conversación”.
Mendoza, quien grabó en un par de álbumes solistas de Dolores O’Riordan, cantante de The Cranberries, define el lugar del bajista dentro de una banda.
“Los bateristas son los carburadores. Punto. Ahí comienza la música. Es el carburador del motor. El bajo es parte de ese carburador. El bajo y la batería crean la base para los solistas”, responde Mendoza.
Pero también hay oportunidad de soltarse. “Crear colores con solos, con la voz. Me suelto mucho con la voz”, dice el bajista. “Me muero por tocar. Me encanta. Me divierto, haz de cuenta que tengo 17 o 18 años otra vez”.
Acaba de regresar de una gira por Asia con su proyecto El Trio con el tecladista Renato Neto y el baterista Joey Heredia.
“Creativamente es donde me divierto más, nos soltamos más como músicos. Pero soy rockero de corazón y espíritu. ¿Por qué no hacerlo todo?”, finalizó.

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