El año pasado,  Julio César, originario de Acaxochitlán, estuvo preso seis meses en una cárcel de Estados Unidos, acusado de entrar a ese país con documentación falsa. Durante este tiempo,  no tuvo el acompañamiento de las autoridades la Secretaría de Relaciones Exteriores (SER), a pesar de que su familia en México lo solicitó.

Su historia familiar, dice el  hidalguense de 19 años en entrevista con Criterio, fue determinante para que el gobierno estadunidense le otorgara una sanción de sólo medio año.

Hace cuatro años, una ciudadana de ese país privó de la vida a uno de sus hermanos, en Oregoón, donde otro de ellos habita.

“Luis Enrique era como quien deseaba ser y eso le expresé al juez; él me empezó a preguntar sobre cómo fue la muerte de mi hermano, si la mujer cuando lo asesinó estaba drogada… Le platiqué lo que sabía”.

El 21 de diciembre fue a la Corte y obtuvo su libertad. De ahí en adelante vivió otro calvario.

“Salí el 22 de diciembre. Las autoridades migratorias en Laredo, Texas, me llevaron al puente y me dijeron que caminara del lado de México”.

Ese día, relata, era el último de trabajo para la mayor parte del personal del Instituto Nacional de Migración (INM), pues saldrían de vacaciones.

“Me llevaron a la central, te completan para el boleto y te dicen en qué líneas de autobuses comprar. Eso no me agradó, pues hay otras más baratas; les dije que haría una llamada, contacté a mi familia y les pedí apoyo. En la cárcel dibujaba pañuelos y los vendían, mi ganancia se la mandaba a mi esposa. El dinero de ese mes lo traía”.

Julio César llegó a la Ciudad de México dos días antes de Nochebuena. Ahí acudió a la basílica de Guadalupe, antes de viajar hacia Acaxochitlán”.

Meses antes, en abril de 2016, contactó a un “conocido” de sus hermanos, el coyote que hace 20 años los pasó.

“Fui de Pachuca a Monterrey en camión, allí me recibió una persona, éramos tres los que queríamos cruzar. Eran dos hombres, uno de Tlaxcala y otro de Durango”.

Recuerda que fueron a Nuevo Laredo, donde los hospedaron en un hotel cercano al puente fronterizo, “creo era número dos”. Juan, el ayudante del coyote, les explicó que había dos formas de pasar: con papeles falsos o caminando.

“Decidí pasar con papeles falsos, el precio era de 4 mil 500 dólares, el trato se hacía dando la mitad, bueno, 2 mil dólares. Primero era cruzar al otro lado del río y los papeles te los otorgaban en Laredo, Texas. Los papeles eran de Alfredo Aceves, tenía la nacionalidad estadunidense y era de California”.

A los cinco días, dice el hidalguense, un grupo de seis personas cruzó el Río Bravo. Ahí estuvimos una hora porque pasaban los helicópteros del gobierno de EU.

“No sólo había que cuidarse de ellos, también de Los Zetas. El contacto nos dijo que allí operan. Llegamos a Laredo, Texas. Fue por nosotros otro contacto, un hombre de 16 años, nos llevó en una camioneta, pero la policía nos seguía; nos dejaron varados de la camioneta, yo y otros dos hombres salimos hasta las dos, y el resto ya se había reunido”.

A él lo detuvieron tras la revisión del tren donde viajaba.

Añade que el abogado que llevó su caso se lo otorgó Texas, sin apoyo mexicano.

“Durante mi estancia sólo fue una persona que dijo ser de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), para saber si me encontraba bien física y psicológicamente”.

EN CIFRAS

…De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) en Hidalgo, en enero-marzo se registraron 996 eventos de repatriados.  En 2016 fueron 5 mil 77.

…Datos de la Secretaría de Gobernación (Segob) detallan que los deportados son originarios de Pachuca, Ixmiquilpan, Tulancingo y Huasca de Ocampo, principalmente.