Cada golpe contra el saco de box representa para Misael García Castro la fuerza para seguir su lucha desde La Trinchera, un gimnasio rústico al aire libre para que las jóvenes aprendan defensa personal, el cual está dedicado a su hija Frida Sherlin García Gayosso, quien tenía 16 años cuando fue víctima de feminicidio.
“Ya pasaron cuatro años, todavía nos duele mucho, pero Dios nos da la oportunidad de seguir luchando y vivir, a echarle ganas porque tenemos otras hijas”, expresó el padre de la joven asesinada por su abuelo el 25 de febrero de 2016 en Cuautepec de Hinojosa.
“Lo que quisiera es que las chicas aprendan a defenderse, que entrenen box, en una de esas pueden librarla. Veo los casos en la televisión y siento bien feo, es necesario que las mujeres se preparen para su defensa. Cuando perdí a mi hija recordé que yo le decía ‘mija, enséñate a defender’”.
A pesar de su disposición para responder a cualquier tema de la entrevista, Misael hizo una pausa y contuvo el llanto: “Muchas veces me daban ganas de entrar a la cárcel y desquitarme, decirle que cómo pudo hacerle eso a mi hija”.
Norberto Gayosso Vázquez, quien privó de la vida a Frida en venganza contra la madre de la joven, fue sentenciado a 43 años y nueve meses en prisión, el primer dictamen por feminicidio adolescente en un juicio oral en Hidal-go en el nuevo Sistema de Justicia Penal.
“El señor (el abuelo) anduvo luchando, buscando amparos y apelación, quería que el director del reclusorio de Tulancingo testificara a su favor y dijera que se portaba bien en la cárcel y recibir menos años”. Cuando mi esposa ve a alguien del Cobaeh, de la generación de mi hija, se viene abajo y me dice que no le gustaría que mi otra hija fuera ahí. La escuela nos recuerda mucho a Frida porque la encontramos vestida con el uniforme”, señaló García Castro.
Dijo que hoy su hija tendría 20 años de edad y probablemente estaría en la universidad, pues quería ser arquitecta; mencionó que a ella le gustaba dibujar, además de que su creatividad quedó plasmada en los detalles de la parte baja de una casa de madera, donde jugaba con sus hermanas, que él terminó de construir después del feminicidio.
“Mi hija nunca se daba por vencida, recuerdo que en su manita tenía una deformación y en el Cobaeh estaba en danza. Ella no podía sostener el vestido para darle vuelo; para no perder la oportunidad, se puso una liga y se amarró con un seguro, y lo logró. El día que yo la encontré muerta, tapadita, con su mano afuera y por eso la reconocí. Por ahora, quiero que mi hija, la más pequeña entrene y sea campeona, le compré sus guantes y un costalito. No quiero que me vuelva a pasar lo mismo, perder a otra de mis hijas”, abundó.
Para el papá de Frida Sherlin, su gimnasio es algo más que un lugar de entrenamiento: “Cuando estaba pequeño, me gustaban las artes marciales y estudié, yo tenía ganas de ir al Ejército mexicano, pero necesitaba la firma de mis padres y no lo autorizaron. Al gimnasio le puse La Trinchera porque es donde se refugia el comandante y teniente, este es mi refugio, apoyo a los chavos, a quien venga”.
“Hay que cuidar mucho a los hijos, apoyarlos, platicar con ellos siempre si ven algo raro con algún familiar, amigo o vecino, porque a veces todo lo vemos normal, y hay muchas cosas terribles también dentro de la familia, como le pasó a mi hija”, finalizó.
Nathali González
Cuautepec de Hinojosa
