En la puerta marcada con el número 302 del edificio 54 del fraccionamiento 11 de Julio resaltan unas cintas amarillas de restricción, mientras al pie de la misma una veladora roja alumbra el pasillo.
Dichos elementos son los únicos que dan indicios a los vecinos de los hechos ocurridos el 1 de enero, cuando tres menores de edad perdieron la vida presuntamente a manos de su propio padre, ya que, afirman los colonos, no escucharon llantos o gritos.
“Es una situación que nos ha sacudido a todos, como vecinos nos hace sentir mal, porque en redes sociales hay comentarios de que si no escuchamos o no hicimos nada, pero no hubo algo que nos alertara”, dijo una mujer.
Agregó que Luis Alfredo C. O., padre de los tres infantes, de tres, siete y ocho años de edad, era el único que habitaba en el departamento de la 11 de julio, ya que no recuerda haber visto o escuchado a los pequeños durante el año en que el presunto parricida lo ocupó: “Siempre lo veíamos solo”.
De acuerdo con la versión de otra persona, los menores de edad habrían llegado el 31 de diciembre pasado; sin embargo, el día de los hechos no se escucharon llantos o lamentos: “Una como madre sabe cuándo es un llanto por un berrinche o por sufrimiento”.
Afirmó que, en caso de haber escuchado que los niños eran atacados, habría intervenido; no obstante, no percibió movimientos extraños: “Me di cuenta de la situación después de regresar del mercado, porque ya estaba todo el movimiento de patrullas”.
NO SE ENTERARON
Una vecina de la 11 de julio consideró que los hechos no ocurrieron la mañana del sábado, sino durante la madrugada, cuando los residentes del edificio dormían; no obstante, ayer, en un comunicado, la PGJH afirmó que el parricidio tuvo lugar el 1 de enero pasado
Yuvenil Torres | Pachuca
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