La Churumbela, en Acaxochitlán, es una gran oportunidad para enriquecer los sentidos y mirar el entorno con atención, interés y apertura al aprendizaje. Aquí podrás percibir sensaciones especiales, comenzando por tranquilidad.
En la entrada se lee un cartel que dice: “Te recomendamos escuchar la naturaleza, conectar con las energías sutiles que ella sostiene…”. Estar aquí es una ocasión perfecta para disfrutar una caminata entre historias y aire fresco.
En este bosque puedes ver de cerca un centenar de duendes entre los árboles, algunos saliendo de las cortezas, otros de pie, unos más sobre un puente. Existe la sensación de que algunos observan a quienes deciden entrar en este mágico lugar.
El creador de las figuras de estos seres míticos es Carlos Alberto Fernández, quien es guía en el sendero de duendes. “Hay personas que han visto salir de un árbol una figura antropomorfa. Traté de reflejar ese tipo de visiones y apariciones de seres con textura de corteza”.
En La Churumbela los duendes están relacionados con el elemento tierra, los que habitan en la superficie, pero también existen los relacionados con el agua, aire y fuego. A decir de Carlos, en este lugar hay amoxoaques, también llamados hombres-árbol.
En el bosque hay espacios para sentarse a meditar, relajarse y contemplar el paisaje arbolado, lleno de vida y paz, lo que muchas veces hace falta experimentar, sobre todo para quienes viven en grandes y ajetreadas ciudades.
Este destino natural tiene entre sus principales objetivos que el visitante pase un día agradable, que aprenda el respeto a la naturaleza, a caminar por un sendero marcado; a no tirar basura entre las plantas o levantar los desechos que encuentres.
Para visitar un lugar como La Churumbela hay que aprender a preservarlo y cuidarlo. La misión es ofrecer información para respetar el entorno al tiempo que gozamos de él.
Sara Elizondo I Pachuca
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