México tuvo su noche más brillante en lo que va de la Copa Oro, en la que solo hubo espacio para la celebración tras el pase a las Semifinales.

El Tri alcanzó altas notas futbolísticas en el 3-0 sobre Honduras en el State Farm, escenario en el que únicamente hubo gritos de gol.

La Selección Mexicana le cerró las puertas a cualquier insurrección catracha, pero también a las comparaciones con el Tricolor Olímpico y hasta la frustración en las gradas que, muchas veces, se transforma en la expresión homófoba. También le ahorró al técnico Gerardo Martino los cada vez más usuales cuestionamientos por el desempeño.

Los goles de Rogelio Funes Mori, Jonathan dos Santos y Orbelín Pineda fueron, además, estéticos: dos de ellos en remate de cabeza y uno de volea, pero que tuvieron en común la buena elaboración.

Incluso el portero Alfredo Talavera tuvo un par de intervenciones clave, en momentos de relajamiento defensivo.

México explotó los costados con los incesantes arribos de los laterales Luis Rodríguez (asistente en el primer gol) y Jesús Gallardo, con los dinámicos Orbelín Pineda y Jesús Manuel Corona que cuando no metían un pase filtrado le ganaban la espalda a los centrales luego de los trazos largos de los defensas, con la presión alta para recuperar el balón, como aquella de Héctor Herrera que culminó en la tercera anotación, tras centro del “Tecatito” y remate de Orbelín, muestra perfecta de cómo se repartían los espacios.

El Tricolor no dejó respirar a los catrachos, equipo que ya llegaba golpeado por las 3 bajas de último minuto por Covid-19 y que se unieron a la de Romell Quioto por lesión.

Edgar Contreras
Agencia Reforma