Si el atacante Ismael Sosa no quiere ir a Tigres no es porque
ame tanto a los Pumas o no le guste el cuadro de San Nicolás, sino porque tiene razones de peso para negarse por ahora.
La negativa del jugador argentino a venir, al menos por ahora al cuadro de la UANL, se debe a que los de la UNAM le deben cerca de un millón de dólares, al que se le debe sumar el porcentaje de la venta del jugador a los Tigres, lo que daría cerca de un millón y medio, por lo que el representante y el atacante están viendo la forma de asegurar que les den ese dinero, ya que de lo contrario, si firman un finiquito, podrían no verlo nunca.
La deuda que tienen los Pumas con Sosa se debe a una renovación de contrato que hicieron hace un año, en la que se estipulan algunos pagos por tiempo, y de ahí viene la cantidad que pelea el jugador.
Se espera que el atacante esté el miércoles en la Ciudad de México para ver este
asunto, pues Pumas necesita concretar la venta que hizo a Tigres en el Draft, por cerca de 6 millones de dólares, para
buscar reforzarse de cara al próximo torneo. Si la
operación se deshiciera (Sosa no tiene por ahora un acuerdo económico con Tigres), los de la capital podrían no tener
más refuerzos.
La novela Pumas-Sosa-Tigres aún tiene capítulos por vivirse, pero la próxima semana podría darse el desenlace.