Diego Maradona demostró una vez más que el imán de su leyenda atrae multitudes, sacude el futbol y enciende la pasión de los hinchas al regresar a las canchas argentinas como técnico del atribulado Gimnasia y Esgrima La Plata.
Más de 30 mil aficionados llenarán el domingo el estadio del Bosque de la revolucionada ciudad La Plata, 60 km al sur de Buenos Aires, para tributarle al ídolo una bienvenida estruendosa con bombos, platillos, cánticos y millares de papelitos lanzados al cielo.

“Vamos a trabajar con alma y vida por El Lobo”, dijo el emblema histórico de la selección albiceleste al retribuir tanto amor, confirmado al frente de un equipo que está en el fondo de la tabla de la Superliga y acechado por el fantasma del descenso.

Más que un Lobo, como le dicen al Gimnasia, parece Caperucita con cuatro derrotas y un empate en cinco fechas de la Superliga. Pero su contratación se vivió como la llegada del Mesías.

Una hora después del anuncio los triperos, otro de sus motes, se agolpaban frente a la sede para comprar el carnet de socio. El club sumó en un santiamén un millar de eufóricos nuevos miembros.

“No va a haber un solo estadio que no esté feliz de que Diego esté en la cancha”, dijo el director de selecciones nacionales, César Menotti, homenajeado en el Congreso a 40 años de la conquista del Mundial Sub 20 Japón 1979, cuando dirigió a un juvenil Maradona en una escuadra que hizo historia por la calidad y frescura de su juego.

Daniel Merolla | AFP