México ha regalado pocas alegrías a su afición en los Mundiales, tanto en triunfos como en goles marcados; pero uno de los mejores llegó el 13 de junio de 2002.
Luego de vencer a Croacia y Ecuador, México se medía a Italia en la Copa Mundial de Corea y Japón. Con poco más de media hora disputada y el marcador igualado a cero goles, Salvador Carmona recuperó un balón en el área mexicana; Torrado, entonces, orquestó el contragolpe, buscando el hueco en la zaga italiana.
La pelota llegó a la banda izquierda, donde el Cabrito Arellano cedió la esférica a Cuauhtémoc Blanco, quien mandó un centro preciso al movimiento de Jared Borgetti. El Zorro del Desierto giró el cuello como la niña de El exorcista y clareó a Gianluigi Buffon, para abrir el marcador.
Habían sido un par de minutos, 17 pases sin respuesta del Tricolor y un gol para todos los tiempos que nos puso a soñar con el triunfo ante la Nazionale. Sin embargo, Alessandro del Piero empató al 85’.