La carrera de Jorge Luis Alcántar cambió en un abrir y cerrar de ojos.

Aquel pasado 25 de agosto aún suena fuerte y claro en la memoria del Hijo del Fantasma, ese recuerdo donde L.A. Park le quita la máscara en Triplemanía XXVI, un momento de éxtasis para los aficionados a la AAA, pero algo que marcó de por vida a Jorge Luis, o el Hijo del Fantasma, como la mayoría le conoce.

Sin miedo a que su legado sufra un descenso dramático, el Campeón de Chocolate apuesta todo a su nueva imagen, la de un gladiador solitario que tiene como objetivo tumbar el mito de L.A. Park.

“En las semanas previas al máximo evento de la AAA, como las semanas posteriores, fueron momentos muy difíciles. Fue una preparación muy dura, tanto física como psicológicamente para estar listo para la victoria, y también para la derrota.

“Siento que perdí mi rostro, perdí parte de mi esencia arriba de un cuadrilátero. Pero hoy todos ven a un luchador con una personalidad distinta que nadie había visto con esa máscara. Siento que me liberé de muchas cosas, pero tuve que hacerlo después de esa derrota”, dijo el Hijo del Fantasma.

Desprenderse de su tapa fue también un acto honorable y no teme que ese factor le pueda afectar a nivel comercial, al ser uno de los luchadores más populares de su gremio.

“No me voy a aferrar a algo que ya perdí. Salir hoy al ring con mi máscara sería ridículo, sin criticar a quien lo hace, como Doctor Wagner.

“El Hijo del Fantasma tiene mucha imagen dentro de patrocinadores. Cuando sea necesario aparecerá el Hijo del Fantasma con máscara, pero ya no arriba de un ring”, dijo Alcántar.

Joani Cruz
Agencia Reforma