Cercana la esperada cita en Ciudad Universitaria, el sondeo publicado hoy en Cancha reúne voces coincidentes: Pumas sí puede ganar si está convencido de ello y ejerce el espíritu del equipo que es pelear con garra cada balón a disputar.

Varios de los entrevistados experimentaron en carne propia algo similar a lo del domingo: enfrentar al máximo rival sin tener la condición de favoritos para darle la vuelta al pronóstico.

Charlando ayer con Alejandro Arribas, uno de los que pueden aportar esa energía y liderazgo a sus compañeros, reconoció que el golpe anímico de la semifinal contra el América tuvo un efecto devastador del que no se habían recuperado para iniciar esta campaña.

Pero el bravo defensor universitario añadió que con las últimas victorias le dieron vuelta a la página y están convencidos de ganar el partido.

Para los universitarios es normal vivir con el escepticismo ajeno de frente. La crítica y algunos de sus propios seguidores pensaban desde las primeras jornadas del torneo anterior que en cualquier momento se caería; que no resistiría el ritmo.

Eso no sucedió.
El tercer lugar general y sus números como mejor visitante de la campaña fueron refrendados al eliminar a Tigres en los cuartos de final pese a la desventaja de plantel que tenían respecto a los del Tuca.

Su semifinal de pesadilla tiene que interrumpir sus efectos y para ello tiene Pumas una gran oportunidad si apela a lo que dicen los encuestados: convencerse a sí mismos y por consecuencia a los demás, que están listos para volver a los primeros lugares que ya conquistó el semestre pasado.

La consecuencia anímica de lo que ocurra en el Pedregal es parecida a la que se desprenda del clásico tapatío del sábado: el ganador, en caso de que lo haya, gozará de un empujón anímico por salvar una de las batallas más trascendentes de la campaña regular.

Chivas o Atlas -con vaivenes en el primer tercio del torneo- pueden tener ahí su punto de inflexión para volar o hundirse en la incertidumbre.

Las luces de la jornada apuntan con lógica a estos dos clásicos que hacen arder la piel a sus seguidores.
Esos partidos se juegan con lo emocional para hacer diferencia. Y eso los hace muy atractivos.

Francisco Javier González