En lugar de clásico hubo sangre
 
Hace (67) meses
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Señoras y señores el futbol para todos es un deporte; sin embargo, lamentablemente hay en la sociedad desadaptados.

Tipos que se convierten con el alcohol y las drogas en pandilleros que se ponen la camiseta de su equipo o del equipo al que creen que le van y se citan cerca del estadio para pegarse de golpes o para lastimarse o matarse.

Eso ha sucedido en Holanda, en Alemania, en España, en Inglaterra, en Argentina, ha sucedido en muchos lados, y está sucediendo ahora en México. Lo que pasó en el partido de Monterrey contra Tigres no fue en las tribunas, como ocurrió en alguna ocasión, ahora fue en los exteriores. Quizá no en la cercanía donde los equipos de futbol tienen la obligación de tener a policías, bloques policiacos y policía montada a caballo para evitar los choques de 2 mil quinientos aficionados que llegan en plan de ataque, en plan de pelea, para separar totalmente las barras.

Éstos, a los que yo no les llamaría barristas, sino pandilleros que a lo mejor no tenían ni boleto para entrar al estadio, se citan en la calle donde a la mitad del camino hay una especie de camioneta con un policía arriba de ella que cuando se da cuenta que vienen por un lado los aficionados de los Tigres y se mete al estacionamiento y deja que pase el auto negro que empieza a perseguir a los aficionados que traían puesta la playera de Tigres.

Indiscutiblemente eso es un homicidio, un asesinato a mano armada, uno de ellos es perseguido, cae y es golpeado, acuchillado, golpeado con piedras y lo dejan tirado y desnudo en la calle.

Y la policía huyó, no estaba en el lugar, la gente de Tigres que era la que coordinaba el partido, debe resguardar todas las llegadas aunque estén a 5 o 6 kilómetros del estadio, debe apoyarse con la policía preventiva para evitar que haya este tipo de acciones donde puede haber muertos y donde hay niños y familias de por medio.

El futbol se mancha nuevamente con una acción que raya en lo más violento, raya en la atrocidad del ser humano para pegarle a otro que está tirado en el suelo. No puede permitirse ese tipo de acciones ni situaciones, y menos en una ciudad progresiva como lo es Monterrey donde se enfrentan dos veces por temporada, no es para hacer eso, deben de cuidar más a su afición, que es muy fiel.

Deben de cuidar a sus seguidores, deben de cuidar más su casa, su estadio, sus avenidas y sus ciudadanos.

La gente con alcohol y drogas en el cuerpo se convierte en un asesino en potencia. Lamentablemente sucedió a los alrededores del estadio. Yo no sé a cuántos kilómetros debe llegar la protección si las barras siguen llegando de lejos, cerca o muy cerca.

Como pandilleros deben ser enterrados, encerrados, encarcelados, pero deben ser detenidos por la policía y no permitirles la entrada a los estadios.

José Ramón Fernández I Agencia Reforma

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