Hoy la escena se repite. Antonio Mohamed llega a la banca visitante del Estadio Azteca y coloca en su asiento el rosario que lo acompaña siempre como el mejor auxiliar técnico que pudiera tener.

Es por Farid Mohamed, su hijo fallecido hace 13 años en Alemania cuando estaban de viaje para presenciar el Mundial 2006.

Quien no supiera la historia detrás de ese episodio en la vida de Tony, pensaría que ese ritual del entrenador de Rayados en cada encuentro es una simple cábala de un exfutbolista religioso, pero no.

El 15 de julio del 2011 cuando Mohamed, entonces DT del Independiente de Argentina, vino a Monterrey para un partido de despedida de Jesús Arellano, reveló el amor que sentía por los Rayados, enfatizando una de las razones.

Mohamed declaró, esbozando una sonrisa, que su cariño por el club era enorme y su rostro se entusiasmó al recordar que su hijo Farid prácticamente fue la mascota del plantel cuando jugó en la Pandilla entre 1998 y el 2000.

“La sinceridad y los sentimientos de un equipo no se pueden cambiar. Mi hijo nació en México, Farid era la mascota del equipo. Todas las fotos que tengo de él son con el Osito Bimbo”, declaró hace ocho años el Turco, quien el dolor por la ausencia de su hijo ahora lo transforma en energía positiva.

En enero de este año Mohamed tuvo la pérdida de su madre, Norma Matijevich.

Una de las razones por las que Mohamed quiere levantar hoy el trofeo de campeón es, precisamente, por Farid, pero más que cumplir una deuda (como declaró en el 2016 cuando avanzaron a la final ante el Pachuca), es culminar una muestra más del amor eterno a su hijo.

Esa vez, ni en la final del Apertura 2017 ante Tigres, Mohamed pudo lograrlo, pero en su tercera oportunidad con Rayados está cerca, con la suerte del campeón de su lado y con su hijo esperando la corona.

Staff | Agencia Reforma