Para Efrén Meza, el ascenso de 1992 fue el detonante para que el Pachuca alcanzara su época más gloriosa en sus casi 130 años de historia.
El originario de Tula de Allende afirmó que la primera muestra de ello fue la edificación de un estadio más grande, pues en ese encuentro contra Zacatepec quedó evidenciado que el antiguo Revolución Mexicana ya era insuficiente para albergar a toda la afición blanquiazul.
“El Club tiene mucha historia, pero creo que ese momento ha quedado más marcado en la historia ¿Por qué? Porque fue un parteaguas. El Pachuca era de que casi lograba el ascenso y nosotros lo logramos; eso derivó en la construcción del estadio Hidalgo y fue la punta de lanza para que el equipo esté donde esté”
“Nosotros pusimos nuestro granito de arena y ahora es una gran satisfacción ver la infraestructura del equipo, eso es de mucha satisfacción”, abundó.
Sobre el reencuentro con rivales y compañeros, en la reedición de esa final de la temporada 1991-1992 de segunda división, expresó: “A 30 años de distancia, ya se ve que no somos un equipo, sino una hermandad; gracias a Dios que nos permite vivir este momento”.
Por otra parte, compartió que aún guarda frescos en su memoria tres específicos momentos de aquellos duelos contra el Zacatepec.
“Tengo varios momentos marcados: el primero, el gol que les metí allá en Zacatepec, porque nos dio vida; el otro, el penal que me tocó tirar, porque era el primero que se tiraba en muerte súbita y ellos ya habían anotado, y el tercero, cuando levantamos la copa”, expresó.
Finalmente, también a más de tres décadas, se congratula que el público aún lo conoce en la calle como la Saeta Rubia, mote que se ganó por su velocidad y tez blanca: “Mucha gente me identifica así; eso no se paga por nada”.
Alejandro Velázquez I Pachuca
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