Con el Grito, los hidalguenses se reconciliaron con su gobierno
 
Hace (19) meses
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Cuenta la historia que, el domingo 16 de septiembre de 1810, los pobladores de Dolores acudieron a misa como de costumbre. Cuál sería su sorpresa cuando el cura, Miguel Hidalgo, en vez de exhortarlos en el evangelio, los convocó a luchar contra el “mal gobierno”. Ese día comenzó una batalla que aún no ha terminado.

Como mexicanos, hemos vivido una larga lista de guerras y revoluciones que nos tienen, para bien o para mal, en donde estamos. Seguimos a la espera de lo mismo, un buen gobierno. No podría ser diferente en un estado que lleva por nombre al “Padre de la Patria”, Hidalgo. Fieles a nuestro legado histórico, los hidalguenses hemos decidido cambiar el rumbo político de nuestra entidad en aras de una verdadera transformación.

La noche del 15 no solo regresó el tradicional Grito de Independencia a la Plaza Juárez, después de la llegada del Covid-19, sino que además, por primera vez en nuestra historia, la arenga corrió a cargo de un gobernador no priista. “¡Viva el estado de Hidalgo! ¡Viva México! ¡Viva México!”, gritó Julio Menchaca enérgicamente, sin agregar ninguna otra referencia política o partidista, justo en el mismo sitio en el que apenas unos días atrás rindió protesta.

Este grito fue más allá de las artistas invitadas, la vendimia y el color de la fiesta mexicana; significó un reencuentro, una total reconciliación entre el pueblo y su gobierno estatal. La convocatoria fue fiel reflejo del ambiente político post electoral: el pueblo está con Menchaca, lo respalda, le brinda su confianza, le da una oportunidad actuar en favor de los sectores históricamente marginados.

Sin decirlo, el ejecutivo convocó al pueblo a continuar la lucha, a que le acompañen en la construcción de un gobierno que ponga primero al pueblo, como dicta el eslogan de la nueva administración.

La administración de Menchaca está de luna de miel; el verdadero reto es perpetuar esta aceptación, es decir, que el gabinete tenga un buen desempeño en los siguientes años y cumpla las expectativas. No basta con discursos; el pueblo espera acción, como cuando Hidalgo, esa misma noche, ocupó San Miguel El Grande y luego Celaya. Entonces sus huestes le nombraron generalísimo y lo siguieron hasta las últimas consecuencias.

A 212 años del Grito de Dolores, están las condiciones dadas para que Hidalgo renazca.

Por Oscar Zamudio

 

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