El Santuario, un resort situado a la orilla del lago de Valle de Bravo y construido sobre una montaña de cuarzo y grafito, emana una energía muy especial capaz de expandir la conciencia de quien lo visita.

Cada rincón de este sitio de hospedaje invita al viajero a elevar el espíritu y los sentidos en unidad con la naturaleza, logrando que encuentre equilibrio, paz y armonía.

Este maravilloso lugar —plagado de vegetación, espejos de agua y delicados detalles— recibe al viajero con los brazos abiertos. Pronto, cada uno de los visitantes, abre cada uno de sus sentidos para llenar su mente y su alma de gran energía.

Al llegar a la habitación, lo primero que el huésped observa es una puerta de cedro rojo con una figura humana tallada, esta silueta está de espalda y al ingresar, se percata que la imagen —por dentro— está tallada de frente. Lo anterior simboliza que al entrar se deja el pasado afuera y uno es invitado a vivir su presente en el interior de forma consciente. Lo importante ahí es vivir el aquí y el ahora.

La mejor manera de disfrutar ese presente es gozando de la espectacular vista que tiene cada una de las 64 habitaciones, desde donde se puede observar un increíble paisaje que se funde con el lago de Valle de Bravo. Esta inigualable vista permite admirar de diferentes panoramas durante el día por el cambio de la posición del sol, uno de ellos y quizá el mejor, es el amanecer que se puede admirar desde la comodidad de una estancia.

La habitación, con detalles en madera, luce muy acogedora gracias a la iluminación que le da un gran ventanal con vidrios corredizos que le permitirá disfrutar del aire fresco. Además, cuenta con una pequeña piscina con agua templada para gozar, a cualquier hora de su agua cálida, y relajarse en comunión con la naturaleza.

En el hotel se pueden encontrar diversos sitios para renovar la energía, como salas de descanso y piscinas; también hay actividades como paseos en kayak o en velero. No faltan la meditación en su capilla o en un laberinto, que es una representación del que se encuentra en Chartres, Francia.

Imperdible es visitar el vitral del domo y las “escaleras piano”, planeadas para que mientras se recorren se mantenga la conciencia del momento presente, debido a que, como teclas de piano, vibran ligeramente cuando se pisa cada escalón. Esto hace volver al usuario en sí, logrando que se disfrute de la iluminación que brinda el que se encuentra en su techo y que provoca que el agua de la fuente —que está en su parte inferior— esté bañada por luces de colores.

Para completar la relajación, el hotel ofrece servicio de temazcal, masajes y múltiples terapias holísticas en su spa, el viajero no puede perderse de alguna de ellas y, si le es posible, platicar con su administradora y terapeuta, Lourdes Garcen, conocida por todos como Lulú, un maravilloso ser humano que ayudará a escoger entre las muchas opciones que tiene.

Lulú, quien lleva 20 años trabajando en El Santuario, lo describe como un hospital de almas, en donde ayudan a que el mismo viajero renueve su energía, expanda su conciencia y pueda sanar, él mismo, su vida en cuerpo, mente y espíritu.

Algunos de los masajes que ofrecen incluyen el uso de una máscara de cuarzo, la cual ayuda a remover energía estancada, depurando y ayudando a alcanzar un estado de relajación más profunda.

Su restaurante, Na-Ha, también con una increíble vista al lago, ofrece una variedad de alimentos de alta calidad para todos los gustos. Hay menús especiales que realizan frecuentemente para servir cenas o degustaciones que complacen hasta a los paladares más exigentes.

Este sitio —al que se puede ir solo, en pareja o con la familia— también es una excelente opción para celebrar cumpleaños, convenciones, retiros espirituales, bodas o cualquier otro aniversario.

Toma nota

Si por cuestiones de tiempo solo estarás unas horas en Valle de Bravo, puedes acudir al spa, que está abierto al público, haciendo una cita con anticipación, debido a que se requiere mucha suerte para encontrar lugar para el mismo día.

Mas inspiración en: (www.elsantuario.com).

Nancy Velázquez | Agencia Reforma