Los carnavales ya iniciaron. Las características con las que actualmente lo conocemos son reflejo de una tradición que llegó con el cristianismo hace 500 años, pero también del sincretismo con las culturas prehispánicas.
“Nuestras culturas están entrelazadas, entre las creencias de las culturas indígenas y figuras que llegaron del cristianismo, como el diablo. Ha sido retomado por las comunidades, pues es una imagen que permite expresar muchas cosas aun en la actualidad”, indicó Verónica Kugel, secretaria de Patrimonio y Fomento Cultural en Hidalgo.
En el carnaval se encuentra la dualidad: el bien y el mal, lo permitido y lo no permitido. “Durante esta celebración tenemos la licencia de hacer cosas que no haríamos en otro momento”, indicó la antropóloga.
“Entre las imágenes que se pueden observar con más frecuencia durante los carnavales son hombres disfrazados de mujeres y, en ese momento eso no es mal visto, sino que es normal, porque estamos en la inversión de todas las cosas. Eso permite sacar cosas que tenemos ganas de hacer que normalmente no haríamos”.
Aunque la expresión del carnaval es diferente en cada lugar, las máscaras y la pintura del cuerpo guardan relación con la idea de pasar de incógnito. Por ejemplo, en Calnali los participantes se pintan como los rarámuri en Chihuahua, mientras que en Huehuetla usan máscaras y trajes que cubren todo su cuerpo.
El Carnaval va dirigido a la introspección y a la permisividad, porque el participante determinará que quiero hacer ahora que puede.
Sara Elizondo I Pachuca