Los habitantes de Tepeji del Río cuentan la historia del nacimiento del municipio, principalmente en la cabecera.

De acuerdo con las narraciones, en el siglo XVI existía un conflicto entre dos pueblos que habitaban la zona, los náhuatl de Tepexic y los otomíes de Otlaxpa, por lo que, en el proceso de evangelización, los frailes franciscanos ordenaron a los habitantes de los dos pueblos originarios que construyeran el convento en el centro de ambos territorios, indicación que aceptaron.

Por dicho motivo, tanto el templo como el exconvento tienen rasgos arquitectónicos y símbolos precolombinos, es decir, de pueblos indígenas, entre ellos, el lucero de la mañana (una serpiente) o la flor de cuatro pétalos.

El 8 de octubre de 1558 Tepeji del Río fue fundado oficialmente por los frailes.

Cuatro décadas más tarde, este lugar fue uno de los sitios de paso del Camino Real, ruta dedicada al comercio entre México y Estados Unidos, para traer bienes a la Nueva España, además de llevar productos minerales hacia el norte.

El también llamado Camino a Santa Fe, con una extensión de 2 mil 500 kilómetros, desde la Ciudad de México hasta Nuevo México, cruzaba 110 kilómetros del territorio de Tepeji del Río. Con el paso del tiempo, dicho camino fue fraccionado, por lo que quienes recorren esta ruta pueden ver construcciones edificadas durante diferentes siglos.

La ruta del Camino Real en la actualidad es de aproximadamente 15 kilómetros, a lo largo de los cuales verán haciendas antiguas, construcciones actuales, así como la presa.

Para iniciar el recorrido, los visitantes deben tomar la autopista México-Querétaro e incorporarse al Camino Real a la altura de la hacienda de Caltengo. Hoy en día, es un espacio privado de arquitectura colonial de finales del siglo XVII, con fachadas en cantera, terminaciones en arcos y ventanas altas, largas y con barrotes: tipo fortaleza.

Con el paso de los años, Tepeji se convirtió en un paso obligado para viajeros que descansaban en su trayecto a Estados Unidos, y para comerciantes que buscaban los productos de sus haciendas, fundamentales en el desarrollo de la industria del país. A finales del siglo XIX se construyó La Josefina, una de las empresas textiles más antiguas, a partir de la cual se comenzó a organizar el crecimiento del pueblo.
En la zona centro se encuentra el exconvento, a un costado, La Josefina, y ahí mismo, el mercado. Además, los paseantes pueden ver la presidencia municipal y la biblioteca. En un mismo espacio, están las edificaciones representativas de los poderes económico, político y religioso  del lugar.

Sara Elizondo I Pachuca