¿Por qué nos cuesta cambiar? Parte II
 
Hace (43) meses
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Queridos lectores, el día de hoy continuaremos con este tema del por qué nos cuesta cambiar. Escribí en el artículo anterior que todo lo que nos es difícil lo justificamos con el dolor para no salir de nuestro yo habitual y seguir en la famosa zona de confort.

Mucha gente se asusta de la consciencia y si nos volvemos conscientes de nuestro dolor, ese dolor que siempre ha estado ahí pero no nos hemos dado permiso para sentir porque no podemos soportarlo, aún peor.

Todo lo nuevo es incómodo y difícil, y muchas veces usamos esto a nuestro favor para justificar nuestra retirada: es que es muy complicado, es que es muy difícil, es que duele; así justificamos que no haremos nada para cambiar. Si algo no es fácil, conveniente o dulce, simplemente no lo hacemos. Si duele, no lo podemos tolerar, por eso siempre nos quedamos en lo mismo, en lo familiar, en lo que no exige ningún esfuerzo.

Las personas no quieren sentir la realidad porque les da miedo, pero cuando eres guiado en el proceso y aprendes a sentir sin tanto juicio valorativo, sin tanto miedo, rechazo desde la presencia o la consciencia, se darán cuenta de que algo ha cambiado; ahora surfean esa ola que antes los aplastaba. ¿Ves la diferencia? La ola sigue estando ahí, la sensación incómoda sigue estando ahí, pero ya no te hunde, ya no te domina. Al observar la inaptitud de apertura  y no juicio en plena consciencia, desconectamos el programa mental que antes funcionaba inconscientemente, sigues habitando un cuerpo lleno de sensaciones que a veces son incómodas, pero ya no pierdes la cabeza cada vez que una sensación incómoda aparece, ni reaccionas automáticamente con un ataque. Así que toma en cuenta que asustarte o sentirte incómodo quiere decir que estás en el camino correcto.

Desde el momento en que decides tomar una nueva decisión que nunca antes habías tomado, prepárate porque puede ser que se sienta mal, poco familiar y ten el coraje y la valentía para no rendirte. Así, pues, la clave para la autorregulación es la  consciencia del momento presente, el estar aquí y ahora con lo que hay tal y como es, sin automatismo, sin miedo, sin perder la cabeza, sin andar todo el día pensando todo el día en lo que te paso, eso que tanto dolió o sin andar mirando con recelo lo que viene después.

¿Cómo nos instalamos en la consciencia y en la presencia? Aprendiendo a dirigir esa forma de energía mental llamada atención en la experiencia presente, y aprendiendo también a percibir lo que surge aquí y ahora sin ponerle esa carga emocional tan pesada, esa carga emocional que viene del pasado, del viejo yo, es decir, sin juzgar o tenerle miedo, sin rechazar y esto es exactamente lo que se hace con la práctica de Atención Plena o Mindfulness.

Una herramienta de autorregulación muy efectiva que puedes utilizar desde ahora mismo, el Mindfulness es una práctica cuyas raíces se remontan a la tradición contemplativa oriental y que últimamente se ha vuelto popular gracias a que ya es considerada por la Ciencia Oriental una de las estrategias de autorregulación más eficaces que existen y que en estos tiempos de crisis te puede ser de gran ayuda.

Además de un proceso psicobiológico de autorregulación, que nos aporta salud-equilibrio, mente-cuerpo el Mindfulness es una vía de florecimiento a plena conciencia que también permea muchas otras áreas de nuestra vida, especialmente en nuestras relaciones con las que trabaja el Mindfulness para lograr todo esto; trabaja con esa forma de energía mental llamada atención que  concretamente nos enseña a dirigir intencionalmente nuestra atención allá, hacia donde nosotros queremos que se dirija. Y esto es fundamental, porque cuando dejamos que nuestra personalidad habitual nuestro viejo yo, tome el control, nuestra mente se pasa la mayor parte del tiempo enfocando la atención en el futuro, planeando, preocupándose o en el pasado elucubrando qué ocurrió realmente, por qué sucedió de ese modo, qué hubiese pasado y el momento presente queda aprisionado y aparece la tormenta mental, un caos interior donde tu mente no está buscando soluciones ni planeando estrategias que te ayuden a cambiar lo que te molesta, se pierde, salta de pensamiento y te agota pero no soluciona nada.  Sin embargo, cuando enfocamos nuestra atención en el momento presente desde la calma y el sosiego se activan las capacidades de autorregulación que todos poseemos porque forman parte de nuestro inventario psicobiológico.

Muchas personas confunden la Atención Plena con dejar la mente en blanco o dejar de tener pensamientos e incluso acceder a estados místicos del ser, pero nada de eso, esta práctica no nos enseña a tener la mente en blanco, sino que nos enseña a ser conscientes de los pensamientos que surgen en el momento presente y muy importante, en una actitud de apertura y no juicio.

El simple hecho de desarrollar esta consciencia testigo, donde observamos nuestra mente sosegadamente, nos permite ir creando ese nuevo yo que ya no se identifica con los pensamientos, aprendemos a no creernos esas historias que la mente nos cuenta y nos trae de regreso nuestra capacidad de elección y de cambio. Cuando la mente nos presenta pensamientos amenazantes aprendemos a observarlos calmadamente, permanecemos en un estado de quietud interior, sin agitarnos, sin perder nuestro centro interior de sosiego y es así como la mente aprende que los pensamientos son solo eso, pensamientos que vienen y se van, no hay por qué alterarse o perder la cabeza ni reaccionar impulsivamente o caer en un caos emocional, aprendemos a estar con lo que hay sin distorsiones, sin juicios sin críticas, en completa apertura  sin forzar nada, somos plenamente consciente de lo que el momento nos brinda. Observamos lo que pensamos, lo que sentimos y lo que sucede sin intentar acabar con ello cuando resulta doloroso y sin intentar prolongarlo cuando resulta placentero, y con práctica, la mente comienza a cambiar, deja de ser tan reactiva y se vuelve más presente, nuestra biología se transforma también y empezamos a tratarnos como si fuéramos alguien que realmente nos importa.

La clave de este equilibrio interior es el desarrollo de nuestra atención, la mente caótica, la mente ansiosa es básicamente una mente que ha perdido la habilidad para enfocar su atención de forma consciente y voluntaria, por eso salta de pensamiento en pensamiento como si fuera un mono que salta de rama en rama. Esta atención calmada, serena y objetiva la desarrollamos mediante la práctica de la Atención Plena: para ello nos sentamos cómodamente en una silla o un sofá, cerramos los ojos y respiramos de manera pausada y profunda, poniendo toda nuestra atención en nuestra respiración, nos instalamos en la presencia, estamos aquí y ahora, lo que este momento nos ofrece, esta inhalación y exhalación, esto causa que el sistema nervioso detecte que no hay amenaza acechándonos se calme y active una respuesta de relajación, salimos del miedo y nos instalamos en la calma y la presencia. Durante la práctica, la mente nos va a presentar un montón de pensamientos, es lo que la mente hace. Nosotros no tratamos de apartar esos pensamientos ni resistirnos a ellos sino que permanecemos calmados mientras observamos de forma desapegada y no juiciosa. Cada vez que eres capaz de observar tu mente, ya no eres preso de ella.

Espero que este artículo te ayude a aclarar un poco más y que esta práctica te ayude en estos tiempos de crisis y caos.

Si tienes alguna duda o comentario, házmelo saber y con mucho gusto te puedo guiar.

Como siempre, les deseo larga vida, salud y prosperidad.

Hasta la próxima.

Alberto Tristany Zarauza

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