La próxima semana, Pachuca albergará la segunda edición del Semillero de Artes Vivas, proyecto que, de acuerdo con la artista visual Gisela Cortés, se trata de un campo de exploración que “trabaja, desde muchos lugares, la memoria y la ciudad de Pachuca. No es una labor de historiador, sino un trabajo de indagación para articular otra memoria con un encuentro entre el pasado y el presente: una especie de relámpago”.
Cortés precisó que se trata de “un encuentro sensible para reapropiarnos de la memoria y reconfigurarla a partir de narraciones, con un archivo que se abre en varios contextos: político, social y económico”.
De acuerdo con sus propios creadores, el semillero es un laboratorio para lograr una investigación sensible, a través de la cual repensar, reconstruir, rememorar, reimaginar, recrear y reapropiarnos de la ciudad; hacernos preguntas sobre ella, sus dinámicas, memoria e identidades. Para ello, habrá performances, pláticas con los habitantes y recorridos por diferentes puntos de la ciudad.
El primer ciclo de trabajo se presentó como resultado de las metodologías de investigación y creación del semillero. Fue Francisco Arrieta, quien estudió una maestría de Artes Vivas en Colombia, quien hizo una convocatoria para explotar la ciudad. Se trató de recorridos apoyados con recursos como audio, lecturas e imágenes para abrir la memoria de cuerpos arquitectónicos y monumentos como el Reloj Monumental, el edificio Reforma y la antigua Zona de Tolerancia, ubicada en el centro de la ciudad.
Daniela Armendáriz, otra de las creadoras de Semillero de Artes Vivas, explicó que se trata de descomponer las metodologías académicas y con ello hacer una investigación más sensible de temas como la memoria, la ciudad y los afectos.
“Es reconstruir la memoria de Pachuca y habitarla a través desde el urbanismo, las ciencias sociales, artes escénicas o música.
“Entre los objetivos de la edición de marzo está estimular la memoria en temas como la mujer, el trabajo y lo doméstico. El fin es estimular las memorias del archivo vivo con las personas que habitan diferentes lugares de la ciudad”.
La propuesta es una práctica que no abarca una sola disciplina, lo que le permite ubicarse dentro de un campo abierto, inconcluso y sin límites fijos; mirar estas vibraciones, disidencias, celebraciones y cuerpos desde un lente performativo que nos permita deslizarnos y poder mirar desde distintos ángulos.
Próximamente, el semillero trabajará en el tema de la búsqueda de desaparecidos, pues el trabajo de las rastreadoras implica desobedecer al Estado.
Cabe mencionar que hay artistas que participan por proyecto y otros que continúan dentro del grupo que encabeza el semillero.
Integrantes
+ Francisco Arrieta, maestro en Artes vivas
+ Gisela Cortés, licenciada en Artes visuales
+ Daniela Armendáriz, licenciada en Comunicación
+ Sara Ortega, maestra en Artes
Dato
+ El Semillero de Artes Vivas es un laboratorio de pensamiento-creación desde el que podemos entender nuestro presente a partir de las escrituras del pasado, que toman forma en sus ruinas, monumentos, dinámicas, imágenes, identidades y memorias, es decir, desde sus vibraciones, disidencias, celebraciones y otros cuerpos.
Sara Elizondo I Pachuca