En el centro de Tepeapulco se encuentran las cajas de agua o lavaderos, que son alimentados por un acueducto que abastece la zona, desde la comunidad La Alcantarilla, en Apan, después de recorrer 27 kilómetros.

En este lugar, una de las primeras obras de beneficio social creadas por los frailes españoles, las paredes aún tienen figuras de cordones franciscanos en las orillas y la frase “Por agua llegó la fe y el vino”.

Claudia Islas Méndez, directora de Turismo y Cultura de Tepeapulco, asegura que el surtidor del acueducto de Tepeapulco es el único vivo
en Latinoamérica.

Como otras construcciones de la época, los detalles de la caja  de agua dan muestra de la mezcla de culturas, pues había símbolos franciscanos y figuras prehispánicas, como un ocelote que fue colocado en una pared del depósito y provenía del basamento piramidal del centro del Tepeapulco.

En el centro de los lavaderos está una estatua de San Francisco de Asís, santo patrono de los conquistadores, pero también hay muchas imágenes de animales que fueron colocados por los nativos de la zona.

A unos metros de la caja de agua está un aljibe, que era alimentado por el acueducto desde donde llegaba el agua. Estaba tapizado con piedra negra para evitar que se trasminara el agua. Siguió funcionando a finales de la década de los 70.

Sara Elizondo I Pachuca