Celebración llena de color
 
Hace (40) meses
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Una de las celebraciones más antiguas, ricas y vigentes en México es el Día de Muertos, una tradición llena de simbolismos y que nos hace recordar a nuestros difuntos durante los últimos días de octubre e inicios de noviembre.

Hay quienes dicen que se trata de fechas en que la delgada línea entre los planos de la vida y la muerte se puede traspasar y para ello se hace uso de algunos elementos que se colocan en un altar y ofrenda para llamar a nuestros muertos a convivir con nosotros, aunque sea unas horas.

Quizá lo más emblemático es colocar un altar, en el que, además de usar los elementos tradicionales, como veladoras blancas, agua, pan de muerto, flor de cempasúchil, copal e incienso, es colocar los objetos y alimentos que más les gustaban a nuestros seres queridos, como una forma de revivir momentos.

De acuerdo con las creencias, surgidas de la tradición prehispánica, que se enlazó con las ideas religiosas provenientes del Viejo Continente, el 28 de octubre se debe encender una veladora y colocar una flor blanca para aquellas personas que hayan fallecido en un accidente de forma repentina o violenta; el 29 de octubre se prende otra vela y un vaso con agua para quienes murieron ahogados; el 30 de octubre se le hace homenaje a las almas solitarias u olvidadas; también se coloca un vaso de agua; el 31 de octubre se recuerda a los niños que se encuentran en el limbo, es decir, los no nacidos o los que no fueron bautizados. El 1 de noviembre es el Día de Todos los Santos, dedicado a quienes fallecieron en la infancia, por lo que se colocan objetos y alimentos en su honor, y el 2 de noviembre es la gran fiesta de los Fieles Difuntos, pues es cuando llegan las almas de quienes murieron de adultos a disfrutar de la ofrenda que colocó la familia
para ellos.

El altar consiste en un  mantel blanco y un vaso con agua, que significa pureza; entre los elementos más importantes están las velas o veladoras, pues son las que guían a las almas de camino a casa, además de que significan esperanza.

En la ofrenda es importante colocar sal, pues es para que el alma del difunto no sea corrompida durante su viaje desde el más allá y de regreso a su destino; el copal se usa para limpiar los lugares de malas energías; el papel picado, de gran tradición en México, es un elemento decorativo que le da vida y alegría al altar; las flores de cempasúchil son muy importantes para guiar el camino de nuestros difuntos con senderos de pétalos amarillos y anaranjados, brillantes y aromáticos. La comida es de lo más bello y representativo en las ofrendas, pues muchas familias hacen platillos es-
peciales para la ocasión, desde los tradicionales de temporada, como calabaza en tacha o pan de muerto, hasta los del gusto del difunto: mole, enchiladas, bebidas, desde chocolate hasta cerveza. Por supuesto, en la cima del altar se coloca el retrato de las personas fallecidas para quienes se hace el altar.

De acuerdo con datos compartidos por Raúl Macuil Martínez, doctor en Arqueología e investigador del Centro de Investigaciones Históricas y Culturales, la celebración del Día de Muertos comenzó desde antes de la llegada de los españoles, fecha que coincidía con el tiempo de las cosechas, cuando los pueblos y comunidades indígenas levantaban el fruto de su trabajo y lo compartían con los difuntos y los vivos. Según indicó, hoy en día en gran parte de las comunidades sigue la tradición de elementos como las velas, las flores, el agua y alimentos, aunque ahora también se colocan elementos como productos comerciales, entre ellos las cajetillas de cigarros o la botella de refresco.

Al final, el objetivo sigue siendo el mismo, es una muestra de cariño y reverencia para los seres amados que partieron; un reencuentro que convoca a la memoria de quienes pasaron por nuestra vida o nosotros por la de ellos.

 

XANTOLO

En la Huasteca hidalguense se celebra la Fiesta de las Ánimas, en la que los huastecos ofrendan el culto en estos tiempos porque no solo recogen la cosecha del maíz y otros frutos, también es una fiesta de respeto a los que ya no están presentes porque, acorde a su calendario, en estas fechas los parientes muertos visitan a los familiares. La esencia de sus espíritus están presentes y por ello el olor de las frutas, la música y la luz recuerdan los momentos vividos en la tierra

 

Sara Elizondo I Pachuca

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